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Por una ciudad para todos

"Ya es hora de sentar a todos los componentes de nuestra comunidad, empezando por los sectores políticos y de dirigencia social y empresarial para comprometerlos en la tarea de reconstruir el tejido social, de promover la solidaridad y crear una nueva cultura ciudadana sobre el bien".

10 de julio de 2016 Por:

"Ya es hora de sentar a todos los componentes de nuestra comunidad, empezando por los sectores políticos y de dirigencia social y empresarial para comprometerlos en la tarea de reconstruir el tejido social, de promover la solidaridad y crear una nueva cultura ciudadana sobre el bien".

Cali ciudad segura. Esa debería ser la meta de una sociedad que si bien está siendo afectada por múltiples problemas y amenazas, tiene las posibilidades y el deber de trabajar unida y a largo plazo para devolverse la confianza y recuperar la convivencia como valor fundamental.El pasado jueves, El País realizó una mesa redonda que reunió a voceros de las comunidades, de la academia y el servicio social, con las autoridades políticas, policiales y judiciales. En un diálogo franco y cordial, los participantes expresaron sus preocupaciones, esbozaron las causas del clima de inseguridad que manifiestan sectores de la ciudad, y propusieron soluciones. Ese esfuerzo, cuyo resumen se encuentra en la presente edición, sirvió para poner sobre la mesa los graves efectos que tiene el que Cali se haya constituido en la capital del suroccidente colombiano, como la definió el alcalde Maurice Armitage. Para saber que a nuestra ciudad llegan cincuenta mil habitantes nuevos por año, casi todos en busca de protección, de abrigo contra la violencia que padece la región, y de oportunidades para construirse un mejor futuro.También se pudo conocer el efecto que ha tenido el desorden causado por la incapacidad para atender esa migración en la creación de una cultura que transforme a la gente en verdaderos ciudadanos. Y para identificar las consecuencias que tiene en los niños, jóvenes, familias y comunidad la cultura de la delincuencia, que reproduce las conductas en los menores, convirtiéndolos en instrumentos de bandas organizadas alrededor del narcotráfico, reconocido por todos los asistente como el principal motor de la inseguridad.Pero también se habló de la necesidad de crear políticas de largo plazo que empiecen por la sociedad y no dejen solas a las autoridades en la construcción de una Cali segura. Que enseñe y motive a los caleños a participar en su cimentación y aplicación, así como en la defensa de la convivencia como valor supremo de una ciudad donde la diversidad debería ser la impulsadora del progreso y de la concordia.Por supuesto, las cifras sobre homicidios y delitos cometidos son un referente necesario para atacar los problemas de seguridad. Pero no pueden ser el único instrumento para calificar lo que se está haciendo y para definir nuestra capital vallecaucana, puesto que la seguridad no es sólo un asunto de Policía, o de fuerza. Ya es hora de sentar a todos los componentes de nuestra comunidad, empezando por los sectores políticos y de dirigencia social y empresarial para comprometerlos en la tarea de reconstruir el tejido social, de promover la solidaridad y crear una nueva cultura ciudadana sobre el bien. En mayor o menor medida, ese esfuerzo lo han hecho otras ciudades de Colombia con fenómenos similares al que atraviesa la nuestra. Es la hora de pensar en la ciudad y la comunidad que queremos ser en los próximos diez años. Y para ello es necesario comprometernos todos en tener una Cali cuya seguridad esté basada en la colaboración de los caleños, en la respuesta eficaz de las autoridades nacionales y locales, y en el propósito de tener ciudadanos con oportunidades y comprometidos con el futuro de su sociedad.

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