El pais
SUSCRÍBETE

Por un cambio cultural

"Las sanciones aprobadas son importantes, pero lo es aún más que sean acompañadas de educación para transformar las costumbres de los colombianos respecto del licor. Que generen una verdadera conciencia ciudadana para que cada individuo aprenda a ser responsable de su consumo y de sus actos. No es asunto de prohibir la diversión si no de obligar a que se realice con responsabilidad".

18 de diciembre de 2013 Por:

"Las sanciones aprobadas son importantes, pero lo es aún más que sean acompañadas de educación para transformar las costumbres de los colombianos respecto del licor. Que generen una verdadera conciencia ciudadana para que cada individuo aprenda a ser responsable de su consumo y de sus actos. No es asunto de prohibir la diversión si no de obligar a que se realice con responsabilidad".

La voz enérgica de la Nación exigiendo que las sanciones a los conductores ebrios fueran ejemplarizantes, se hizo escuchar en el Congreso. El Legislativo entendió que para Colombia la mezcla de vehículo y licor es un problema grave, que preocupa a la gente y que debe ser tratado con firmeza e inteligencia para combatirlo. Y más importante aún, es la oportunidad para producir el cambio cultural con respecto al consumo de alcohol.En buena hora, la decisión de suprimir 22 de los 23 artículos que contenía el proyecto para castigar a los conductores en estado de embriaguez, fue reversada por el Congreso. Desde mañana, cuando el Presidente de la República sancione la nueva ley, los colombianos se enfrentarán a fuertes sanciones administrativas y penales si son descubiertos manejando un vehículo luego de haber consumido licor aún en dosis mínima.Con multas que van desde un millón de pesos cuando es la primera vez y en dosis mínima, hasta $28 millones y el retiro definitivo de la licencia de conducción, la inmovilización de los vehículos y la obligación de hacer servicio comunitario entre 20 y 90 días, si se es reincidente, se envía el mensaje de que es una conducta peligrosa para la vida y la integridad que será sancionada con mano dura. Antes que llenar las cáceles, las sanciones cumplirán su función disuasoria a quienes beben y manejan, lograrán reducir los accidentes de tránsito y las muertes o lesiones que generan. Pero también deberían ser el punto de partida para cambiar la mentalidad de los colombianos sobre el consumo de licor. Nadie puede negar que la ingesta de alcohol hace parte de la cultura nacional. Y su incidencia en los hechos de sangre es indiscutible, la que crece porque se enseña a tomar desde tempranas edades y con cualquier razón. Es la cultura del licor que se ha promocionado desde el mismo Estado, que tiene el monopolio del la fabricación, lo comercializa, deriva de él el grueso de las rentas departamentales y autoriza su importación.Por eso las sanciones aprobadas son importantes, pero lo es aún más que sean acompañadas de educación para transformar las costumbres de los colombianos respecto del licor. Que generen una verdadera conciencia ciudadana para que cada individuo aprenda a ser responsable de su consumo y de sus actos. No es asunto de prohibir la diversión si no de obligar a que se realice con responsabilidad. Para no tener que lamentar las 6.152 muertes que cada año se producen en accidentes de tránsito, un porcentaje grande de las cuales es ocasionado por alcohol.Ojalá que a partir del viernes, cuando se empiece a aplicar la ley no haya ni un solo sancionado en el país y nadie tenga que pagar ni un millón ni $28 millones por manejar borracho, o pagar hasta 18 años de cárcel por homicidio. Ojalá el anuncio de las penas sirva para que los colombianos tomen conciencia de la mezcla fatal que son el carro y el trago y del peligro que representan para la sociedad. Ojalá se aprenda a consumir alcohol de forma responsable. Esa debe ser la verdadera intención al endurecer los castigos a los conductores ebrios.

AHORA EN Editorial