El pais
SUSCRÍBETE

Pescar en río revuelto

A quienes están tratando de Pescar en río revuelto, hay que recordarles que las elecciones terminan el 15 de junio con la escogencia del Primer Mandatario. Pero Colombia sigue existiendo con idénticos problemas y la necesidad de seguridad y tranquilidad que ofrecen unas instituciones militares y de policía comprometidas con el cumplimiento de su deber, como lo hacen hoy.

4 de junio de 2014 Por:

A quienes están tratando de Pescar en río revuelto, hay que recordarles que las elecciones terminan el 15 de junio con la escogencia del Primer Mandatario. Pero Colombia sigue existiendo con idénticos problemas y la necesidad de seguridad y tranquilidad que ofrecen unas instituciones militares y de policía comprometidas con el cumplimiento de su deber, como lo hacen hoy.

Luego de superada la época en la cual la guerra sucia y la descalificación se hicieron presentes en la campaña por la presidencia, se creyó que ahora sí, en la segunda vuelta, los colombianos tendrían la oportunidad de escuchar las propuestas de los dos candidatos. Sin embargo, y aunque el clima ha mejorado de manera notoria, la preocupación ahora se refiere a los intentos por involucrar a los integrantes de la Fuerza Pública en el proceso electoral.Ya son muchos los mensajes que tratan de influenciar a soldados y policías en un debate del cual deben estar aislados. Y no por un capricho. Su neutralidad es garantía de tranquilidad y de estabilidad democrática. Por el contrario, su participación abierta o disfrazada, produce un clima de inquietudes y sospechas, que más que beneficiar a uno u otro partido se traduce en daños irreparables contra la confianza que se debe tener en las instituciones. En ese orden de ideas, la neutralidad de la Fuerza Pública es un logro que Colombia no puede echar para atrás. Menos aún, cuando en forma paralela se desarrollan una elección presidencial y un diálogo con las Farc para terminar el conflicto. Esas dos situaciones demandan de quienes participan en el debate electoral que se abstengan de usar las Fuerzas Militares y de Policía, las instituciones más queridas por los colombianos, para tratar de lograr el favor de los votantes o para incitar a sus integrantes a participar en política.El asunto no puede ser más amenazante para la tranquilidad de la Nación. Más aún cuando, como todo parece indicarlo, se están usando los medios electrónicos para influir en los integrantes de los cuerpos armados con mensajes que insinúan posibles efectos nocivos para ellos como consecuencia de las negociaciones que se llevan a cabo en La Habana. Y cuando se está hablando de la participación activa de Policías en hechos que lesionan a uno de los candidatos, en este caso, el Presidente de la República.De ninguna manera se puede aceptar que al calor de una campaña tan reñida como la que está teniendo lugar, se caiga en la tentación de utilizar todos los recursos posibles para asegurar un triunfo. Quienes dirigen el debate de lado y lado deben pensar que el fin no justifica los medios. Y tener presente siempre el daño que con los rumores, las afirmaciones falsas y los mensajes a los miembros de la Fuerza Pública se le está causando a todo el país.A quienes están tratando de Pescar en río revuelto, hay que recordarles que las elecciones terminan el 15 de junio con la escogencia del Primer Mandatario. Pero Colombia sigue existiendo con idénticos problemas y la necesidad de seguridad y tranquilidad que ofrecen unas instituciones militares y de policía comprometidas con el cumplimiento de su deber, como lo hacen hoy. Ese elemento es el que debe tenerse en cuenta para evitar una división de la cual sólo quedan desastres para la Nación, y donde los únicos ganadores son los delincuentes y los enemigos de la democracia. Esa experiencia, que ya vivió nuestro país en otros tiempos, no puede repetirse.

AHORA EN Editorial