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Paro nacional, ¿para qué?

"Siendo la protesta y la movilización social un derecho, es bueno preguntarse para qué es el paro del próximo 17 de marzo, cuál es su motivación y si con él se contribuye a resolver los problemas que, sin duda, padecen muchos colombianos".

4 de marzo de 2016 Por:

"Siendo la protesta y la movilización social un derecho, es bueno preguntarse para qué es el paro del próximo 17 de marzo, cuál es su motivación y si con él se contribuye a resolver los problemas que, sin duda, padecen muchos colombianos".

Las centrales obreras anunciaron hace unos días la realización de un paro nacional el próximo 17 de marzo. Siendo la protesta y la movilización social un derecho, es bueno preguntarse para qué es ese paro, cuál es su motivación y si con él se contribuye a resolver los problemas que, sin duda, padecen muchos colombianos.Faltan trece días para que se cumpla el plazo fijado por los dirigentes sindicales para dar inicio a su amenaza. Pero, con seguridad y salvo los miembros de esas asociaciones, ningún otro colombiano sabe de qué se trata. Claro que puede adivinarse: debe ser la protesta contra el alza en la inflación, el salario mínimo que no alcanza a cubrir las necesidades de las familias, y las reclamaciones tradicionales del sector laboral en busca de reivindicaciones, muchas de ellas justificables. Pero la pregunta de fondo debe ser si esa movilización está fundamentada en la realidad. No hay dudas de que la pobreza y la brecha social han sido constantes. Pero también es indiscutible que hay un esfuerzo por superarlas, como lo demuestran la baja sostenida en el desempleo y los reportes sobre reducción de la pobreza publicados por el Dane.Esos progresos no son sólo producto de la gestión oficial. En ellos está reflejado el aumento en la inversión privada que ha experimentado Colombia en las últimas dos décadas resultado de la confianza en Colombia. Y aunque la bonanza petrolera y minera han sido los grandes impulsores, también es necesario destacar el crecimiento de muchos sectores, el alcance de ellos en los ingresos nacionales por la vía de los impuestos y la consecuente capacidad del Estado para desarrollar políticas sostenidas en materia de salud, educación y en general en la inversión social. Por supuesto que hay muchos problemas por superar. Pero ello no da pie para que se amenace con paralizar el país, basados en la crisis que supuestamente estamos viviendo. Que las circunstancias han cambiado y hay que apretarse el cinturón, es indiscutible. Que debamos ser previsivos para evitar un retroceso en los logros alcanzados, también es una obligación, que, por paradójico que parezca, empieza por limitar la tendencia a gastar del sector público. Viene entonces el punto de la motivación. ¿Será esa una protesta social, o sólo de las centrales obreras? ¿Tendrá el carácter de un reclamo que deba ser atendido por las autoridades nacionales o será un movimiento de carácter político, como temen muchos sectores de la Nación? ¿Estará blindado de interferencias como las de los movimientos populistas que, como cuenta la prensa de Bogotá, han realizado en los últimos dos meses decenas de paralizaciones no tan pacíficas en la capital de la República? Y, por último, ¿cuánto durará?Todas esas son inquietudes que deben resolverle a la Nación los promotores del paro. Además, es necesario que el Gobierno Nacional les cuente si existe el diálogo franco e imperioso para tratar de conjurar un movimiento que puede tener graves repercusiones para todos. Es mejor estar informados y alerta que sentarse a esperar sorpresas dentro de 13 días.

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