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Parias en la frontera

Miles y miles de personas, la mayoría de campesinos pobres, han buscado la paz en regiones ecuatorianas más tranquilas, pero también desprovistas de recursos que les permitan trabajar y rehacer sus vidas.

30 de abril de 2012 Por:

Miles y miles de personas, la mayoría de campesinos pobres, han buscado la paz en regiones ecuatorianas más tranquilas, pero también desprovistas de recursos que les permitan trabajar y rehacer sus vidas.

La reciente visita de la actriz Angelina Jolie a un campamento de refugiados colombianos en la provincia de Sucumbíos, en Ecuador, tuvo un amplio cubrimiento de la prensa internacional. Y puso en evidencia un drama humano que pasa desapercibido en el país.Se calcula que unos 250 mil colombianos han abandonado su país para buscar refugio en la república del Ecuador, asentándose principalmente en las provincias de Esmeraldas, Imbabura, Carchi, Sucumbíos y Orellana, lo cual ha generado una situación llena de dificultades que, en muchos casos, no pueden ser atendidas por las autoridades vecinas.Este flujo continuo de gente acosada por la violencia y las necesidades se inició hace cerca de una década, cuando el narcotráfico y la guerrilla se hicieron fuertes en el sur del Putumayo, se acentuó con la retoma paramilitar de aquellos territorios y se ha mantenido con la huida de la población de zonas afectadas por la confrontación armada entre las fuerzas del Estado con guerrillas y organizaciones criminales en el sur de Colombia.Miles y miles de personas, la mayoría de campesinos pobres, han buscado la paz en regiones ecuatorianas más tranquilas, pero también desprovistas de recursos que les permitan trabajar y rehacer sus vidas. Vagan en campamentos que semejan a los cambuches, malviviendo de una caridad escasa y sin encontrar respuesta pronta de parte de las autoridades ecuatorianas que, debe aceptarse, hacen todo lo posible para atender este drama humanitario sin contar con posibilidades financieras.Colombia tampoco ha hecho lo suficiente. Ni siquiera tenemos un censo preciso de cuántas familias e individuos se encuentran en situación de desplazados por la violencia y la criminalidad en la última década, y cuántas pertenecen al flujo natural de emigrantes que siempre se ha presentado en la zona fronteriza. Tal vez, este sea un primer paso necesario en el que el Estado colombiano debe acudir con recursos para que las instituciones ecuatorianas puedan medir la dimensión del problema.Lo anterior es requisito para que el Ecuador otorgue las visas de refugiados que los desamparados requieren. Pues mientras ello sucede, estos parias de la frontera son víctimas de abusos, sufren discriminación y son vistos como delincuentes en las comunidades ecuatorianas.Por ejemplo, desde el 2010, el Gobierno ecuatoriano anunció que para abarcar el universo de colombianos que requieren de protección especial del Estado, se iniciaría un plan especial de otorgamiento de visas con lo que terminaría el programa de ‘registro ampliado’ y se volvería a un ‘registro normal’ para futuros solicitantes. Sin embargo, los hechos han rebasado aquellas expectativas. Los refugiados han aumentado y los recursos provistos por Ecuador han resultado insuficientes. Desde entonces el ritmo de solicitudes de asilo es de alrededor de 1.000 por mes, y los campamentos de desplazados aumentan cada día.Aquí hay que trabajar conjuntamente, entre Ecuador, Colombia y la comunidad Internacional, bajo supervisión de la ONU, para que los parias de la frontera vuelvan a tener otra oportunidad sobre la tierra.

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