El pais
SUSCRÍBETE

Para salvar el diálogo

Si ese paso se ha dado, puede estar más que justificada la orden del presidente Santos. Y se consolida si se logran los progresos que se esperan en materia de reparación a las víctimas por la guerrilla y en su aceptación de una justicia que satisfaga a la Nación.

28 de julio de 2015 Por:

Si ese paso se ha dado, puede estar más que justificada la orden del presidente Santos. Y se consolida si se logran los progresos que se esperan en materia de reparación a las víctimas por la guerrilla y en su aceptación de una justicia que satisfaga a la Nación.

Asegurando que la decisión de suspender los bombardeos a los campamentos de las Farc no significa un cese bilateral del fuego, el presidente Juan Manuel Santos defendió la decisión tomada el fin de semana pasado como un aporte al llamado desescalamiento del conflicto. Precisión necesaria, ante las consecuencias que puede tener en la opinión pública la repetición de un gesto de buena voluntad que hace tres meses fue ignorado por el grupo armado ilegal, al asesinar a diez soldados en Buenos Aires, departamento del Cauca. El anuncio presidencial se produjo pocos días después de que las Farc ordenaran otra tregua unilateral. Se puede suponer entonces que en la mesa de La Habana, y con la intervención de los países garantes, se produjo un compromiso para tratar de devolverle la confianza a la negociación que se lleva a cabo desde hace tres años. Compromiso más que necesario para detener todos los actos criminales en Colombia, incluyendo el reclutamiento de menores y el narcotráfico, lo que sí contribuiría a recuperar la credibilidad de quienes, hasta ahora, no han hecho verdaderas demostraciones de buena fe. Si ese paso se ha dado, puede estar más que justificada la orden del presidente Santos. Y se consolida si se logran los progresos que se esperan en materia de reparación a las víctimas por la guerrilla y en su aceptación de una justicia que satisfaga a la Nación. De lo contrario, seguir delinquiendo y continuar dando declaraciones que desconocen la realidad solo conducen a erosionar aún más la credibilidad de la negociación.Ilusos los que piensan que lo que se lleva a cabo en Cuba es una negociación entre Estados soberanos. Las Farc deben tener claro que esta es una decisión política interna para tratar de cesar su violencia de manera incruenta y abrir espacio para su reintegro a la sociedad. Que tienen una deuda con la Nación, a la cual le deben explicaciones, y no con un Gobierno en particular. En ese orden de ideas, el Gobierno es vocero de los colombianos y, como lo prometió el presidente Santos, serán ellos los que refrendarán el acuerdo, en caso de que se logre. Al afirmar que la suspensión de los bombardeos “no quiere decir que la Fuerza Pública va a dejar de operar en cada centímetro de nuestro territorio”, el Primer Mandatario ratificó que se reserva la facultad de retirar esa prohibición si considera que existe una amenaza contra los colombianos. Con ello, además de reflejar su compromiso con los diálogos, está reafirmando su decisión de darles un segundo aire a un proceso que ha flaqueado por la actitud de las Farc.Es de esperar entonces que esa guerrilla acompañe los propósitos del presidente Santos de darle otro impulso a las negociaciones, demostrándole que su intención de paz es genuina. Con ello logrará recuperar el respaldo de la Nación a la iniciativa. Por el contrario, insistir en la impunidad, continuar delinquiendo y enviando mensajes amenazantes desde La Habana solo contribuirá a fortalecer el escepticismo de los colombianos en el proceso y el rechazo a sus procederes.

AHORA EN Editorial