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Pactos por lo fundamental

"Colombia debiera tomar atenta nota de lo que pudieron hacer los políticos en México. Aquí no ha sido posible sacar adelante una reforma de las necesarias para resolver los problemas, pese a que existe una Unidad Nacional que respalda al Gobierno. Ni la reforma a la Justicia, a la educación, al sistema electoral, a la política y ahora a la salud han podido superar las ambiciones clientelistas y la resistencia al cambio".

6 de diciembre de 2013 Por:

"Colombia debiera tomar atenta nota de lo que pudieron hacer los políticos en México. Aquí no ha sido posible sacar adelante una reforma de las necesarias para resolver los problemas, pese a que existe una Unidad Nacional que respalda al Gobierno. Ni la reforma a la Justicia, a la educación, al sistema electoral, a la política y ahora a la salud han podido superar las ambiciones clientelistas y la resistencia al cambio".

Hace un año, cuando se posesionó Enrique Peña Nieto como presidente de México, buena parte de la expectativa se centraba en si su gestión recordaría el despotismo del PRI, responsable de lo que Vargas Llosa calificó como “la dictadura perfecta”. Pero el nuevo mandatario, quien había tranquilizado a la ciudadanía proponiendo un nuevo estilo en la gestión de su partido, pronto, casi al día siguiente de su posesión, dio muestras de que estaba realmente empeñado en encontrar un camino de acuerdos con las diversas fuerzas políticas para enrumbar al país por un camino de reformas.Así se creó una coalición denominada Pacto por México, integrada por el PRI, el PAN -anterior partido de gobierno-, y los centro izquierdistas Partido de la Revolución Democrática y Partido del Trabajo. Ese pacto consistía en una serie de cambios que abarcan prácticamente toda la vida de la sociedad mexicana, en las que son sustanciales las referidas a la educación, el sector energético y de telecomunicaciones, la justicia, la tributación, la seguridad social y el régimen político.Al mismo tiempo que mostró sus capacidades para lograr políticas consensuadas con sectores diferentes a su propio partido, Peña Nieto también decidió actuar con energía para garantizar la seguridad ciudadana, un frente de problemas que le había causado enormes dificultades al gobierno saliente y amenaza aún la tranquilidad de los mexicanos. Y al igual que su antecesor, sacó el Ejército a las calles para respaldar la autoridad de la Policía en su lucha contra el crimen organizado.Los resultados, aunque no dramáticos, han generado confianza en la ciudadanía y, por primera vez en años, existe una mejor percepción de seguridad entre la población. No significa que la criminalidad se haya extinguido, ni siquiera que haya mermado de manera considerable, pero sí que dejó de ser una paranoia colectiva en la que se maximizaban todos los hechos de violencia. Hasta ahora, el Pacto por México ha funcionado, con las dificultades que son inherentes a este tipo de acuerdos, y ha permitido sacar adelante las reformas educativas, energética y de seguridad social. Todas han dejado protestas y sectores descontentos, pero han contribuido a mejorar la institucionalidad mexicana. Lo cual indica que los acuerdos sobre temas fundamentales son posibles aún entre sectores con ideologías de signos contrarios, y que contribuyen a resolver los graves problemas que afrontan las naciones, sin que se deba silenciar la oposición. Colombia debiera tomar atenta nota de lo que pudieron hacer los políticos en México. Aquí no ha sido posible sacar adelante una reforma de las necesarias para resolver los problemas, pese a que existe una Unidad Nacional que respalda al Gobierno. Ni la reforma a la Justicia, a la educación, al sistema electoral, a la política y ahora a la salud han podido superar las ambiciones clientelistas y la resistencia al cambio. Nada de eso parece concitar el interés y la voluntad de quienes ejercen la representación de la voluntad popular, pese al daño que esa resistencia causa a la credibilidad de las instituciones.

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