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Océanos al límite

"Que apenas un 3,4% de los océanos esté protegido, y de esa cifra menos de la mitad tenga un manejado adecuado, indica que las acciones individuales de los Estados o de las organizaciones de protección ambiental son insuficientes".

26 de septiembre de 2015 Por:

"Que apenas un 3,4% de los océanos esté protegido, y de esa cifra menos de la mitad tenga un manejado adecuado, indica que las acciones individuales de los Estados o de las organizaciones de protección ambiental son insuficientes".

Adjudicarle al cambio climático la culpa del desastre ambiental del Planeta es la salida simple. Más difícil es aceptar que la incapacidad para ejercer el control y la tolerancia con las conductas que lo causan son las principales responsables de la desaparición acelerada de los ecosistemas y especies naturales.Tanto los océanos como las especies que dependen de ellos para su supervivencia, sienten los estragos que ocasionan la depredación e irresponsabilidad, así como la indiferencia e incapacidad de los Estados para actuar. Datos revelados por el Fondo Mundial para la Naturaleza lo ratifican: de 1970 a hoy se ha exterminado el 50% de la vida animal que duró millones de años formándose en las aguas marinas, mientras que poblaciones de peces altamente comerciales como el atún, el mero o el bonito, han disminuido en un 75%.En letra sencilla quiere decir que cada vez hay menos para pescar en los océanos, y que de seguir al ritmo actual la vida en el mar como la conocemos no será más que un recuerdo antes de acabar el presente siglo. Sin duda los 2 grados centígrados que ha subido la temperatura oceánica como consecuencia de calentamiento global, alimentado también por la irresponsabilidad de la población mundial, inciden en esa destrucción de las especies. Pero son actividades como la pesca sin control, la contaminación y el desarrollo costero sin planeación ni respeto por el entorno los más dañinos para los ecosistemas marinos.Marco Lambertini, director general del Fondo Mundial para la Naturaleza lo resumió al afirmar que “el océano es resistente pero tiene un límite”. Ese límite está en un pico que será difícil de revertir si se siguen aplazando las decisiones para hacer un frente internacional común que detenga las actividades perjudiciales en los mares. Que apenas un 3,4% de los océanos esté protegido, y de esa cifra menos de la mitad tenga un manejado adecuado, indica que las acciones individuales de los Estados o de las organizaciones de protección ambiental son insuficientes.De poco sirve que solo 1 de cada 500 barcos sea sometido a controles de emisión de sustancias contaminantes o que naveguen con libertad los pesqueros ilegales arrasando con lo que encuentren a su paso. Nada se logrará mientras a los ojos de autoridades y comunidad se sigan arrojando 6,5 millones de toneladas de basura, o si el 70% de los desechos industriales y el 90% de las aguas residuales terminan en los océanos sin recibir ningún tratamiento. Tampoco basta con anunciar nuevas entidades como la Organización Mundial de los Océanos, surgida en el 2014, si acabarán siendo unas oficinas más dedicadas a la burocracia.Es con voluntad y determinación como se reversará el peligroso cauce de la destrucción por el que se mueven ahora los océanos. El deber es con la preservación de los mares, con 840 millones de personas que dependen de ellos para su sustento y con la seguridad alimentaria de otros tres mil millones de habitantes. Por eso, no es exagerado afirmar que de la vida marina depende la vida humana por lo cual hay que actuar para preservarlas de la destrucción.

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