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No al terrorismo

Ante la ola de atentados desatada tanto por las Farc como por el ELN, el presidente Juan Manuel Santos ha lanzado una advertencia clara sobre los resultados que puede tener en los diálogos de La Habana esa arremetida. Es la consecuencia obvia y esperada de la protesta que desencadenó entre los colombianos el afán de la guerrilla por mostrar poder para influir en la negociación.

31 de julio de 2014 Por:

Ante la ola de atentados desatada tanto por las Farc como por el ELN, el presidente Juan Manuel Santos ha lanzado una advertencia clara sobre los resultados que puede tener en los diálogos de La Habana esa arremetida. Es la consecuencia obvia y esperada de la protesta que desencadenó entre los colombianos el afán de la guerrilla por mostrar poder para influir en la negociación.

Ante la ola de atentados desatada tanto por las Farc como por el ELN, el presidente Juan Manuel Santos ha lanzado una advertencia clara sobre los resultados que puede tener en los diálogos de La Habana esa arremetida. Es la consecuencia obvia y esperada de la protesta que desencadenó entre los colombianos el afán de la guerrilla por mostrar poder para influir en la negociación. Buenaventura se quedó sin energía eléctrica a causa de la voladura de una torre de conducción. Sus efectos no los pagarán la Fuerza Pública ni las grandes empresas portuarias ni los negocios importantes que pueden suplir sus necesidades mientras pasa la emergencia y se restablece el servicio. Las consecuencias de ese atentado terrorista lo están pagando miles de hogares, de personas con pocos recursos y las actividades económicas que producen ingresos de subsistencia.De otra parte, en el Ariari, 16.000 personas de los municipios de Fuentedeoro y Granada quedaron sin suministro de agua potable por la voladura del tubo madre que surte al acueducto de la Zona. Y los del Putumayo deberán esperar un tiempo largo para recuperar sus ríos, afectados por el derrame de miles de barriles de petróleo crudo, producido por las Farc. Y en Bogotá se han registrado atentados con explosivos cuyos autores pertenecen al ELN, con los cuales han puesto en peligro la integridad de miles de personas.No pueden caber dudas sobre la intención de esos ataques: influir en las negociaciones de paz que se adelantan en Cuba y aquellas que se han anunciado con el ELN. Es mostrar un poder que, así sea cada vez más precario gracias a la acción de la Fuerza Pública, causa daños a la población civil. No hay pues aquellos gestos que esperan los colombianos de la guerrilla para creer en su voluntad de paz, sino la violencia que golpea a los ciudadanos del común y destruye la confianza en los esfuerzos del Gobierno por impulsar la negociación pacífica.Por eso, el presidente Santos ha rechazado los atentados y reconocido que ellos pueden acabar el proceso de paz que ha defendido con perseverancia en los últimos años. Con lo cual hace eco al clamor nacional que pide el fin de la barbarie terrorista como presupuesto fundamental para la negociación. Cabe agregar entonces que con esos actos, tanto las Farc como el ELN frustran los intentos del Gobierno Nacional por abrirles un espacio dentro de la sociedad que en su mayoría los respaldó en las elecciones de junio pasado. Y, como en las innumerables ocasiones anteriores, demuestran que no son confiables cuando habla de negociar el fin del conflicto.Es de esperar que se produzca una respuesta, ojalá positiva en términos de acabar el terrorismo indiscriminado contra el pueblo colombiano. Con ello impedirían que se tire por la borda el esfuerzo que se adelanta en La Habana por encontrar una solución negociada. Eso sería la demostración de que la guerrilla sí ha entendido el pensamiento de la Nación y está dispuesta a cambiar sus anacrónicos y devastadores actos de violencia por las acciones necesarias para alcanzar la paz que todos deseamos.

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