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Negociaciones en el Catatumbo

"Lo que hay allí es una presión inaceptable para que se apliquen las propuestas de las Farc en las negociaciones de La Habana. Es una trampa de la cual debe estar consciente el Gobierno, a juzgar por su rechazo reiterado a la exigencia".

6 de agosto de 2013 Por:

"Lo que hay allí es una presión inaceptable para que se apliquen las propuestas de las Farc en las negociaciones de La Habana. Es una trampa de la cual debe estar consciente el Gobierno, a juzgar por su rechazo reiterado a la exigencia".

A la espera de que el Gobierno Nacional designe la Comisión de alto nivel que lo representará en la mesa de negociación que pactó con los dirigentes del paro en el Catatumbo, las preocupaciones sobre lo que ocurre en esa región aún no se despejan. Y crecen las preguntas sobre cuál será el verdadero sentido de lo que allí se pacte.La mesa fue el acuerdo al cual se llegó después de más de 50 días de paros y bloqueos reclamando muchas cosas justas y otras que no pueden ser producto de las vías de hecho. En efecto, qué duda cabe sobre el alcance dañino que han tenido en los habitantes de la región la ausencia del Estado y el incumplimiento reiterado de promesas y algunas circunstancias. Eso, entre otros factores, es la razón por la cual el narcotráfico y los cultivos ilícitos se convirtieron en el motivo para que la guerrilla y los paramilitares hayan convertido a la región en su zona de combate y a los campesinos en fichas de su negocio y en víctimas de su violencia.Por eso no debe caber duda sobre la obligación de buscar soluciones para las necesidades de la población del Catatumbo que, como muchas otras regiones de Colombia, ha sido víctima del abandono oficial y de la imposibilidad de las instituciones de ofrecerles condiciones de seguridad y de progreso. El efecto está en la presencia de organizaciones criminales que aprovechan la posición estratégica de la región como zona de frontera para imponer la economía de la ilegalidad.En el caso de las Farc, la situación les ha sido de gran utilidad para establecer un dominio que ahora empieza a asomar en la forma del liderazgo que utiliza las justas reivindicaciones para esconder sus intereses. Es claro que, además de beneficiarse con el narcotráfico en todas sus formas, la guerrilla ha infiltrado los movimientos sociales que hoy reclaman, como ha sido demostrado con suficiencia. Y es por eso que en los reclamos están incluidas peticiones imposibles de acceder para un Gobierno como la tolerancia a los cultivos ilícitos y el subsidio a sus propietarios, mientras cambian de actividad.Pero lo más grave es la exigencia de crear una zona de reserva campesina de las establecidas en la ley 160 de 1994, a pesar de que, como se ha podido conocer, los campesinos verdaderos no han contemplado esa exigencia como factor determinante. Lo que hay allí es una presión inaceptable para que se apliquen las propuestas de las Farc en las negociaciones de La Habana. Es una trampa de la cual debe estar consciente el Gobierno, a juzgar por su rechazo reiterado a la exigencia.El presidente Juan Manuel Santos ha expresado su interés en que una vez instalada, la mesa establezca una discusión abierta y sin temas vedados. Sus delegados estarán obligados a propiciar que se produzcan soluciones para los campesinos sin llegar a claudicaciones frente a las exigencias de quienes pretenden convertir la negociación en un triunfo político. Nada sería más peligroso para Colombia que las directrices expresadas por las Farc en La Habana se transformen en realidades amenazantes en el Catatumbo.

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