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Momento de decisiones

Es el momento para aclarar el futuro del MÍO, el modelo escogido hace 15 años para nuestra ciudad.

7 de marzo de 2017 Por: Editorial .

En medio de una situación que no puede calificarse como crítica en el sistema de transporte de la ciudad pero sí es preocupante, el pasado lunes asumió el nuevo presidente de Metrocali. Es el momento para aclarar el futuro del MÍO, el modelo escogido hace 15 años para nuestra ciudad.

Muchas cosas buenas y muchas dificultades se han presentado desde el momento en que se echó a andar una propuesta llamada a terminar el caos que representaba un servicio público prestado por particulares que inundaban las calles con buses en muchos casos en mal estado, con conductores que no tenían derecho a un salario y a sus prestaciones, dando lugar a la guerra del centavo, y con una ciudad en la cual no había un orden y una política que preservara el medio ambiente de la contaminación que producía esa forma de transporte.

Esa transformación fue el gran aporte del MÍO a Cali como ciudad moderna. Contra muchas oposiciones y respaldado por las administraciones municipales, el modelo se ha venido abriendo paso. Sin embargo, sería necio negar que los problemas están amenazando la estructura misma del sistema, y que se necesitan con urgencia soluciones para asegurar su continuidad ante el hecho de que la infraestructura está incompleta, las dificultades que presentan sus operadores y los impedimentos de todo orden que limitan la oferta del servicio.

El resultado es que el número de pasajeros se ha estacionado, impidiendo llegar siquiera al punto de equilibrio con los efectos financieros que ello conlleva para el desarrollo del MÍO. Además, las controversias permanentes de los operadores con Metrocali son hoy una gran amenaza y, por qué no reconocerlo, el mayor obstáculo para producir el crecimiento y la consiguiente expansión del sistema que permita cubrir la demanda y las necesidades de los caleños.

Como consecuencia, los usuarios están inconformes porque lo que se les ofreció hoy les genera más demoras y menos comodidades, lo que ocasiona el crecimiento del transporte individual, la circulación de motos, así como del transporte informal o ilegal en todas sus expresiones. Y no hay manera de mantener el transporte masivo con subsidios que crean más impuestos y contribuciones en la ciudad si no se toman decisiones de fondo para transformar el MÍO.

Esa es la realidad que tiene que enfrentar Cali. También es el momento para analizar todos y cada uno de los problemas que padece el sistema, las causas de ellos y las soluciones. Ante las dificultades, lo conveniente parece ser poner todas las cartas sobre la mesa y prepararse a aportar lo que sea necesario para recuperarlo, teniendo como objetivo la satisfacción del usuario.

Por supuesto, tanto el Municipio como la Nación deben contribuir puesto que el sistema es ante todo una política pública para ordenar la ciudad y ofrecerles mejores servicios a sus habitantes. Pero también es imprescindible que los operadores pongan de su parte.

Desconocer esas realidades y enfrascarse en debates puede causar un descalabro para una ciudad que hace grandes esfuerzos para ordenar su vida urbana y hoy necesita encontrar soluciones a la movilidad de los caleños.

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