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Militares en La Habana

Tampoco puede decirse que los Policías y los Militares de Colombia se han humillado ante las Farc, porque si bien deben haber tenido algún intercambio, debe suponerse que lo hicieron en virtud de una orden presidencial y para empezar a plantear asuntos de carácter técnico.

26 de agosto de 2014 Por:

Tampoco puede decirse que los Policías y los Militares de Colombia se han humillado ante las Farc, porque si bien deben haber tenido algún intercambio, debe suponerse que lo hicieron en virtud de una orden presidencial y para empezar a plantear asuntos de carácter técnico.

Luego de conocerse el viaje de una delegación de miembros de la Fuerza Pública a La Habana, en Colombia se ha despertado un debate sobre la legalidad y oportunidad de ese desplazamiento, explicado por el Gobierno como un paso para empezar a negociar la dejación o entrega de armas de las Farc dentro de los diálogos que se llevan a cabo en la capital de Cuba. El asunto de por sí es polémico, porque involucra asuntos que sorprenden. Por ejemplo, y si bien se informa que entre las delegaciones del Gobierno Nacional y la guerrilla existen acuerdos parciales en tres de los cinco puntos definidos hace un año, se esperaba que primero se sacara adelante el tema de las víctimas y su reparación antes de definir lo que sin duda es una de las esencias del posible fin del conflicto. Más aún cuando el jefe de la representación de las Farc había afirmado que no habría una firma definitiva en un futuro cercano. Lo segundo es bajo qué condiciones llegaron los militares a la mesa de diálogo. En ese punto debe reconocerse que lo hicieron cumpliendo una orden del Presidente de la República para apoyar el proceso y no para actuar como negociadores. Lo cual los exonera de cualquier responsabilidad fijándolas todas en el Primer Mandatario como su Comandante en Jefe. De igual forma, esos servidores públicos no emiten declaraciones o promueven discusiones políticas, por lo cual no es posible acusarlos de ser deliberantes. Tampoco puede decirse que los Policías y los Militares de Colombia se han humillado ante las Farc, porque si bien deben haber tenido algún intercambio, debe suponerse que lo hicieron en virtud de una orden presidencial y para empezar a plantear asuntos de carácter técnico. Sin embargo, no puede ser aceptable que el jefe de la delegación de las Farc afirme públicamente que los militares se sentaron “en igualdad de condiciones” con la guerrilla. Menos aún cuando, mientras eso ocurría, tres policías eran cobardemente asesinados en la carretera Panamericana.La paz es un propósito nacional que debe llamar el interés de todos los ciudadanos, y, en especial, la participación de todas las fuerzas políticas. Pero ese propósito no podrá alcanzarse si el debate democrático se convierte en un asunto partidista y en elemento con el cual se agudiza la confrontación entre los colombianos de bien. Y mucho menos, cuando un factor tan importante para la cohesión de la Nación como lo es la Fuerza Pública, es involucrado en la discusión como argumento para dividir. Sin duda, no es lo deseable que se sienten a la mesa de negociación, pero así son los procesos para llegar a un acuerdo como el que se busca con las Farc y es el Gobierno el responsable político de esa decisión. Los hechos arriba descritos sólo llevan a recabar en la necesidad de reclamar una explicación amplia a los colombianos sobre las circunstancias en que se produjo la presencia de integrantes de la Fuerza Pública en las negociaciones de La Habana. Una explicación clara y precisa que sirva para despejar cualquier duda. Pero también generosa, que permita generar el consenso e impida profundizar la división en el país.

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