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Los vientos del desierto

"...lo que comenzaron los jóvenes tunecinos hace unos meses ha tomado la forma de una tormenta general, que no atiende a conflictos religiosos, ni a alineamientos internacionales, ni a condiciones socioeconómicas y ni siquiera a anhelos democráticos, sino a algo más sustancial y profundo: la lucha por la libertad..."

28 de marzo de 2011 Por:

"...lo que comenzaron los jóvenes tunecinos hace unos meses ha tomado la forma de una tormenta general, que no atiende a conflictos religiosos, ni a alineamientos internacionales, ni a condiciones socioeconómicas y ni siquiera a anhelos democráticos, sino a algo más sustancial y profundo: la lucha por la libertad..."

Mientras los rebeldes de Libia retoman posiciones en ciudades claves, aprovechando las incursiones aéreas de la coalición internacional, el temporal de protestas que ha sacudido al mundo árabe arrecia en Siria y Yemen.Con ello la oleada libertaria que se inició en Túnez ya saltó del norte de África al Medio Oriente y se aproxima amenazante a la península arábiga. Pues Siria ha sido un país clave en la disputa palestino-israelí, como Yemen ha significado un soporte de la prolongada dominación de la familia real saudí en el extremo oriental del mundo árabe.Así, lo que comenzaron los jóvenes tunecinos hace unos meses ha tomado la forma de una tormenta general, que no atiende a conflictos religiosos, ni a alineamientos internacionales, ni a condiciones socioeconómicas y ni siquiera a anhelos democráticos, sino a algo más sustancial y profundo: la lucha por la libertad, uno de los derechos humanos fundamentales.Lo que se ha revelado y que muchos no conocían, es que esta región del mundo se hallaba gobernada por dinastías despóticas, por regímenes autoritarios que no permitían ni siquiera el derecho a la libre expresión de sus pueblos. Yemen es un caso antológico: gobernado por una dinastía tribal de orientación chiíta, el país ha estado bajo estado de excepción desde 1963. ¡Cincuenta años de despotismo oriental, sin que nadie le advirtiera al mundo sobre este anacronismo en países situados al otro lado del Mediterráneo, al frente de las grandes naciones de Europa!Peor incluso: los gobernantes de las democracias occidentales lo sabían, pero habían decidido guardar silencio al respecto, pues aquellas satrapías que parecen salidas de los libros del griego Heródoto les garantizan un flujo de petróleo interminable e incluso se avienen a quebrar los precios de crudo cuando a las potencias occidentales les parece que está alcanzando valores excesivos.De allí la situación embarazosa de gobiernos como el francés, el italiano, el británico y el estadounidense, pues muchos de estos déspotas hoy en entredicho, fueron ayer aliados cercanos e inversionistas confiables en mil y una aventuras de negocio. De allí también la reticencia alemana, que si bien no se caracterizó por denunciar a las satrapías árabes, tampoco fue un socio cercano.Desde luego, Rusia y China quieren sacar partido, no tanto porque les preocupe la libertad de los pueblos sometidos, sino porque aspiran a reemplazar a los viejos socios comerciales y hacerse al valioso suministro de combustibles fósiles que emana del desierto.Allá no hay dictaduras buenas y malas. Todos son déspotas de hábitos feudales, no gobiernan pueblos, sino que mandan sobre siervos. No sólo en Libia un tirano se atreve a disparar sobre multitudes indefensas. Lo acaban de hacer Bashar al Assad en Siria y Ali Abdul Saleh en Yemen. También la monarquía jordana, a quienes muchos creían tolerante. Todas las máscaras caen mientras se dispara la metralla. Y como el siroco, ese cálido viento del desierto que inunda el Mediterráneo, la lucha de los árabes por la libertad parece destinada a arrasar con antiguallas que no tienen razón de ser.

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