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Los niños y la violencia

"Las cifras sobre los abusos y los asesinatos contra los menores de edad y los casos en los cuales están ellos involucrados indican que Colombia, su sociedad y sus autoridades, deben hacer un gran esfuerzo por evitar que esos niños sean víctimas y participantes de la violencia".

11 de febrero de 2015 Por:

"Las cifras sobre los abusos y los asesinatos contra los menores de edad y los casos en los cuales están ellos involucrados indican que Colombia, su sociedad y sus autoridades, deben hacer un gran esfuerzo por evitar que esos niños sean víctimas y participantes de la violencia".

Quizás sea mejor hablar de ese anhelo que está a punto de convertirse en realidad si, como se informa con profusión, en la mesa de La Habana se logra un acuerdo con las Farc. No obstante, las cifras sobre los abusos y los asesinatos contra los menores de edad y los casos en los cuales están ellos involucrados indican que Colombia, su sociedad y sus autoridades, deben hacer un gran esfuerzo por evitar que esos niños sean víctimas y participantes de la violencia.Las cifras reveladas por Medicina Legal son indicativas del drama que padece la Nación: durante el 2014 fueron registrados por esa entidad los homicidios de 940 menores entre cero y 17 años de edad, de los cuales 299 ocurrieron en el Valle. La entidad también recibió 19.954 casos de maltrato, de los cuales 1756 se reportaron en nuestro Departamento. Y 10.155 casos de violencia intrafamiliar, causada por los padres de los menores. Por supuesto, son estadísticas que no incluyen los innumerables casos que no se denuncian ante las autoridades, producto de la mala costumbre de aceptar el castigo físico y mental como mecanismo para educar a los niños y jóvenes. El otro aspecto es el uso de los niños como instrumento de guerra. Es suficiente con preguntar a los jefes guerrilleros o paramilitares, incluso a los integrantes de las bandas criminales, para darse cuenta que muchos de ellos fueron reclutados cuando no tenían más de 15 años. Ahora ellos reproducen con creces la misma estrategia de convertir a los menores en vehículos de violencia o en delincuentes avezados que son protegidos por la legislación, bajo el principio de no ser imputables por sus actos.Hace unos días se descubrió el asesinato de cuatro niños de una misma familia entre los 4 los 17 años de edad, al parecer en cumplimiento de una amenaza contra sus progenitores, a quienes les exigieron abandonar su casa en la verdad el Cóndor de Florencia, capital del Caquetá. Independiente de si la autoridad no reaccionó con oportunidad a las denuncias de esas amenazas, algo de por sí condenable, está el hecho de que sus asesinos no tuvieron en cuenta la edad de sus víctimas ni sus condiciones de indefensión. Por eso, los habitantes de Florencia se movilizaron en masa para protestar contra un crimen que sin duda es un atentado contra la sociedad.Pero la violencia contra los menores sigue su curso en casi todo el país, sin que el Estado tenga una política coherente que sirva para erradicarla, como ocurre en cualquier sociedad civilizada. Y mientras los mayores hablan de paz en La Habana, aún no se conoce una declaración de las Farc o del ELN que proscriba el reclutamiento de infantes en sus filas. Ese sería un gesto de reconciliación invaluable. Y permitiría pensar que la violencia no tiene herederos porque ya no habrá niños que aprendan a disparar armas y causar daño antes que a educarse en la reconciliación y el respeto por los derechos ajenos.Es la educación que forma en la convivencia y el respeto. Y que debe llevarse a los padres, para que enseñen a sus hijos sin recurrir a la violencia que destruye los valores de cualquier civilización.

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