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Los hechos y las palabras

Así, y a falta del comunicado, hay muchas señales que indican las intenciones de las Farc. Los hechos están señalando su intención de usar las armas y el terror acompañado de un discurso permanente donde se reclama la refundación del Estado, así la guerrilla no represente a los colombianos. Ciertamente, en el ciclo de conversaciones que ayer se cerró en Cuba, los hechos de violencia fueron más elocuentes que los discursos de sus voceros.

10 de julio de 2013 Por:

Así, y a falta del comunicado, hay muchas señales que indican las intenciones de las Farc. Los hechos están señalando su intención de usar las armas y el terror acompañado de un discurso permanente donde se reclama la refundación del Estado, así la guerrilla no represente a los colombianos. Ciertamente, en el ciclo de conversaciones que ayer se cerró en Cuba, los hechos de violencia fueron más elocuentes que los discursos de sus voceros.

Terminó un nuevo ciclo de conversaciones en la Habana, sin que los delegados del Gobierno Nacional y de las Farc emitieran el comunicado conjunto sobre lo tratado en la mesa de diálogo. Sin embargo, los hechos que ocurren en el país son suficientes para entender que poco ha variado en la estrategia de la guerrilla en su búsqueda del poder.Aunque la declaración conjunta era esperada de acuerdo con lo definido en el acuerdo que fijó las bases del diálogo, el que no se haya emitido en esta ocasión no debe considerarse grave. De hecho, el tema en discusión, la participación en política de las Farc que comprende los derechos y las garantías para el ejercicio de la oposición, los mecanismos de participación y las medidas para promover la vinculación de todos los sectores en la actividad pública, son de por sí temas polémicos que generan posiciones encontradas. Por lo tanto la paciencia es necesaria.Pero si es necesario interpretar lo que ocurre en Colombia. Y está en primer lugar el recrudecimiento de los actos de terrorismo indiscriminado, donde bajo la supuesta intención de enfrentar a la Fuerza Pública se atenta sin miramientos contra civiles desarmados o contra bienes de importancia crucial para la Nación. Es el caso del cobarde atentado en la vereda San Pedro de Santander de Quilichao, donde seis policías y diez civiles sufrieron lesiones de gravedad cuando integrantes de las Farc tendieron una celada que movilizó a las autoridades para después detonar bombas en la carretera por donde transitaban las víctimas. De nuevo, la tan mentada combinación de las formas de lucha hace su aparición para tratar de convencer, o mejor, de chantajear al país con la necesidad de negociar a como de lugar. Fue un atentado cobarde, que si bien no es objeto del diálogo, si debió ser puesto sobre la mesa, como constancia del rechazo a esas forma de complementar las reiteradas declaraciones de paz con la demostración de violencia y barbarie. Igualmente, la delegación oficial debió dejar en claro que no es aceptable que se vuelen a discreción bienes públicos como los oleoductos entre Caño Limón y Coveñas, así como el del sur del país, mientras se habla de negociar el fin del conflicto.Y cómo no asociar los diálogos de La Habana con lo que ocurre en el Catatumbo. Nadie en sus cinco sentidos puede desconocer que el paro que lleva más de un mes tiene fundamentos que ameritan el reclamo y la protesta de los campesinos. Pero también sería necio negar la vinculación de algunos de sus dirigentes con la guerrilla o el afán de explotar el movimiento con intenciones que van más allá de las reivindicaciones sociales en una zona que padece el abandono estatal.Así, y a falta del comunicado, hay muchas señales que indican las intenciones de las Farc. Los hechos están señalando su intención de usar las armas y el terror acompañado de un discurso permanente donde se reclama la refundación del Estado, así la guerrilla no represente a los colombianos. Ciertamente, en el ciclo de conversaciones que ayer se cerró en Cuba, los hechos de violencia fueron más elocuentes que los discursos de sus voceros.

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