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Lo mismo de siempre

La Cumbre del Clima que concluyó hace una semana en Katowice, Polonia, fue otra más donde las conclusiones y los acuerdos dejan desesperanza y pocas acciones concretas.

21 de diciembre de 2018 Por: Editorial .

La Cumbre del Clima que concluyó hace una semana en Katowice, Polonia, fue otra más donde las conclusiones y los acuerdos dejan desesperanza y pocas acciones concretas. En los 13 días que duró, también quedó en claro que esos encuentros son una lucha de David contra Goliat, en la que los perdedores son el Planeta y quienes vivan en él en las próximas décadas.

El objetivo de la COP 24 era concertar una hoja de ruta, que sirviera de base a los 197 países firmantes del Acuerdo de París del 2015 para lograr la meta de evitar un incremento mayor a los 2 grados centígrados en la temperatura global antes de terminar el presente siglo. Al fin el documento se suscribió, con anotaciones importantes como las reglas comunes que deberán cumplir todas las naciones a la hora de informar sobre sus avances individuales en la lucha contra el cambio climático.

Con ello se busca dar credibilidad a los procesos y generar mayor confianza en las acciones, lo que es un buen propósito aún teniendo en cuenta que nada de lo suscrito tiene carácter vinculante para los Estados. El otro asunto concreto es que se reconoció la urgencia de destinar más recursos para la financiación de las acciones climáticas, en especial los que se necesitan para la mitigación y reducción de los efectos del calentamiento global.

Las cifras quedaron establecidas: US$129 millones para el Fondo de Adaptación, US$28,2 millones para el Fondo de Países Menos Adelantados y se mantuvieron los US$ 100 millones para el Fondo Verde para el Clima. Pero cuando se sabe que a este último apenas le han llegado US$10,3 millones de los prometidos en 2015, queda la duda si esos recursos se conseguirán, sobre todo cuando varios de los países más ricos, a la vez mayores contaminantes, actúan como palos en la rueda y son los más reticentes a realizar aportes o a comprometerse con las acciones que se necesitan.

En la Cumbre de Katowice se ratificó que la lucha contra el cambio climático es más política y económica que solidaria y realista. No sólo es el Gobierno de Estados Unidos, convertido en negacionista con tal de defender sus intereses económicos; ahí estuvieron también Rusia, Arabia Saudí y Kuwait retrasando las decisiones porque no querían que se incluyera el informe científico en el que el Panel de Expertos de la ONU alerta sobre las graves consecuencias que sufrirá la Tierra si no se reducen los gases de efecto invernadero y se limita el calentamiento global a 1,5 grados centígrados.

Y estuvo Brasil anunciando que renuncia a ser la sede de la COP 25 el año próximo, así como exigiendo una mayor compensación por la contribución de la Amazonía a la reducción del dióxido de carbono. Lo hace a pocos días de la posesión de Jair Bolsonaro, su nuevo presidente, quien al estilo Trump niega los efectos del cambio climático y actúa en consecuencia autorizando la explotación económica de la selva de su país.

Por fortuna está la recién creada Coalición de Ambición Elevada conformada por la Unión Europea y 14 naciones, entre ellas Chile, México, Canadá y Nueva Zelanda -Colombia no-, que han decidido asumir la bandera contra el cambio climático. Ojalá el aliento les alcance para impulsar las acciones y para convencer al resto del mundo de que si no se sigue el camino trazado, el futuro del Planeta y de su población estará en veremos.

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