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Lo bueno y lo regular

De algo han de servir los estudios sobre el comportamiento que tienen los Estados en materia ambiental. En el caso de Colombia, segundo país con más biodiversidad y recursos naturales del mundo, son útiles para saber qué se está haciendo bien y en qué se debe mejorar.

19 de junio de 2020 Por: Editorial .

De algo han de servir los estudios sobre el comportamiento que tienen los Estados en materia ambiental. En el caso de Colombia, segundo país con más biodiversidad y recursos naturales del mundo, son útiles para saber qué se está haciendo bien y en qué se debe mejorar.

Como cada dos años, las universidades de Yale y de Columbia, presentan el Índice de Desempeño Ambiental, que mide 32 indicadores y 11 categorías sobre la salud ambiental, el estado de los ecosistemas, la gestión y los retos de cada una de las 180 naciones evaluadas. Esta vez a Colombia le fue mejor que en otros años, tanto que ocupó el segundo lugar en América Latina, después de Chile, mientras que en el contexto mundial llegó al número 50.

Ni el honroso lugar que ocupa en el continente demuestra que este es un paraíso en el que todo está bien, ni su nivel intermedio entre los evaluados del Planeta quiere decir que va perdiendo el año. Lo que se debe analizar es que con la riqueza natural que tiene y con sus privilegios ambientales, debería hacerse más para garantizar su conservación y mantener un desarrollo sostenible que beneficie a la biodiversidad y a su población.

En cuanto a salud ambiental, que mide por ejemplo la calidad del aire, estamos en el promedio del mundo, con sorpresas como que ocupamos, según el Índice, el primer lugar junto con Holanda en el manejo de residuos sólidos, que se mide por la disposición final de las basuras en rellenos sanitarios o porque son bien dispuestas y tratadas. Difícil de comprender ese resultado.

Para nuestro asombro, también somos el país número 1 en el mundo en protección de áreas marinas y nos va bien en cuanto a pesca responsable. Por el contrario, no somos tan buenos en el manejo de las áreas terrestres, donde está la mayor riqueza en biodiversidad y contamos con ecosistemas únicos que no se están cuidando como se debe. Ahí quedan en evidencia la deforestación imparable, el daño y la contaminación de los ríos o la incapacidad del Estado de salvaguardar sus recursos naturales. Y perdemos estrepitosamente el año en el manejo ambiental del sector agrícola factor por el que nos ubicamos en el puesto 148 entre 180 países.

Claro, hay que reconocer los esfuerzos permanentes de Colombia para dotar de herramientas a sus autoridades para que puedan defender física y jurídicamente su medio ambiente; también es de resaltar la disposición de los gobiernos recientes para ampliar las zonas de protección natural o por ejemplo de salvaguardar litorales de la erosión costera y la depredación humana.

Para tranquilidad de los vallecaucanos, el nuestro es uno de los departamentos que presenta una mejor gestión medioambiental y de los que más avanza en la recuperación de sus recursos ecológicos. Tarea en la que aún falta mucho por hacer, como lo demuestra el estado de los ríos caleños o los problemas que persisten en el Parque Nacional Farallones.

Si por algo se debe reconocer el buen propósito del Índice de Medición Ambiental y el trabajo de las Universidades de Yale y Columbia, es porque permite retroalimentarse sobre lo que está funcionando o no en un país rico en biodiversidad como el nuestro. Y para que a partir de ahí, pese a la imprecisión de algunos datos o sus interpretaciones, se marquen nuevos derroteros en la defensa y el cuidado de nuestra naturaleza.

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