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Libertad y periodismo

9 de noviembre de 2010 Por:

en la Asamblea también se ha hablado sobre los abusos de poder con los cuales algunos gobiernos pretenden amedrentar, cuando no liquidar, a los medios que los incomodan contando sus atropellos

Una nación que se precie de ser democrática está obligada a defender la libertad de prensa como herramienta imprescindible para proteger las libertades y los derechos de los ciudadanos. Es el valor que, pese a algunos avances, sigue amenazado en muchos puntos de América por quienes pretenden cubrir sus abusos, sus crímenes o sus errores tratando de imponer el silencio a los medios de comunicación, amedrentando o asesinando a los periodistas que se atreven a denunciar y a comentar los hechos que atentan contra la sociedad a la cual pertenecen. El tema de la libertad para el ejercicio del periodismo fue de especial consideración para la Asamblea 66 de la Sociedad Interamericana de Prensa, celebrada en Mérida, Estado de Yucatán en México, y que culmina hoy. La razón principal está en la amenaza que vive el país azteca por el narcotráfico. Todos los días hay hechos de sangre y crímenes que atemorizan a los mexicanos, pretendiendo mostrar un poder de destrucción que sea capaz de paralizar la acción de las autoridades para combatir ese imperio del mal. Y, como ocurrió en Colombia, e incluso todavía se presenta en muchos rincones de nuestra geografía, aún se usa para amedrentar al periodismo y obligarlo a callar las fechorías de los grupos de delincuencia que viven del narcotráfico.Pero en la Asamblea también se ha hablado sobre los abusos de poder con los cuales algunos gobiernos pretenden amedrentar, cuando no liquidar, a los medios que los incomodan contando sus atropellos o se oponen a sus ambiciones absolutistas. Es el caso de Venezuela, donde el afán de imponer un régimen comunista a la usanza del castrismo en Cuba ha llevado al presidente Hugo Chávez a declarar la guerra contra Globovisión, o Radio Caracas o El Nacional o cualquiera que se oponga a sus designios.Y de Argentina, donde el régimen ha montado todo un entramado contra los diarios más importantes para imponer el monopolio en la producción de papel periódico, una manera de acallar a El Clarín y a La Nación, además de convertir en algo cotidiano su ataque contra la prensa libre que critica sus actuaciones. Por eso, el informe sobre el país austral afirmó que “el Gobierno argentino parece haber elegido al periodismo como su enemigo”. Una precisa forma de describir lo que ocurre cuando los detentadores del poder apelan a las medidas de fuerza o abusan de las formas jurídicas en apariencia legales para constreñir las libertades e imponer la intolerancia.Estos casos tratados en Mérida, son apenas unos ejemplos de lo que ocurre en América. Faltan por citar el aumento de acusaciones contra los medios en Ecuador a raíz de las disputas del presidente Rafael Correa con la Policía, las acusaciones del gobierno de Bolivia contra sus opositores en los medios, o los intentos de callar a la prensa de Daniel Ortega en Nicaragua, tratando de imponer su ilegal reelección. Junto con los crímenes de la delincuencia organizada, esos afanes por silenciar al periodismo demuestran por sí solos la importancia de defender el derecho a informar y opinar como pilar básico de la libertad en el Continente y el resto del mundo.

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