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Legislatura y elecciones

"Lo que no parece sano para la Nación es que las grandes decisiones se pongan a dormir el sueño de los justos cuando las necesidades apremian. Y que, como lo dijo el presidente Juan Manuel Santos, la actividad legislativa sea contaminada con cambios frecuente a la Constitución para adecuarla a las aspiraciones de unos y los intereses políticos de otros".

17 de febrero de 2013 Por:

"Lo que no parece sano para la Nación es que las grandes decisiones se pongan a dormir el sueño de los justos cuando las necesidades apremian. Y que, como lo dijo el presidente Juan Manuel Santos, la actividad legislativa sea contaminada con cambios frecuente a la Constitución para adecuarla a las aspiraciones de unos y los intereses políticos de otros".

A un mes de iniciarse la primera legislatura del 2013, el país está a la expectativa de la agenda que ocupará al Congreso de la República. A pesar de ser éste un año en el cual primarán decisiones sobre las campañas electorales y la reelección, aún se espera que se encuentre espacio para que el Ejecutivo presente con tiempo y el Legislativo decida sobre las reformas vitales para el correcto funcionamiento de las instituciones que se han venido aplazando a pesar de su urgencia. Infortunadamente, la reelección presidencial ha llevado a que la actividad propia de unas elecciones contamine la actividad del Estado, al punto en que todo lo que el Gobierno haga un año y tres meses antes de las elecciones presidenciales se mire y se analice siempre desde la perspectiva de un Presidente en plan de repetir su mandato. Y, de contera, la actividad de los partidos se piense siempre bajo la perspectiva del alinderamiento entre quienes por razones como las cuotas de poder acompañan la aspiración del mandatario y quienes miran opciones distintas, incluida la oposición.Eso está bien en una sociedad que se precia de democrática. Lo que no parece sano para la Nación es que las grandes decisiones se pongan a dormir el sueño de los justos cuando las necesidades apremian. Y que, como lo dijo el presidente Juan Manuel Santos, la actividad legislativa sea contaminada con cambios frecuente a la Constitución para adecuarla a las aspiraciones de unos y los intereses políticos de otros. Eso es lo que puede ocurrir con la insistencia en reformar las normas sobre umbrales o sobre el llamado transfuguismo con el cual se impide el traslado de un partido a otro y se imponen sanciones a quienes lo practiquen, en lugar de atacar el problema de fondo de la política colombiana, el de un régimen electoral desueto y expuesto a la trampa del clientelismo y la corrupción que afecta a regiones como el Valle. De resto, y si bien es obvio que quienes viven en la actividad política y la han hecho su profesión se preocupen por adecuarla, hay que reconocer que ese no es el problema de los colombianos. Y que los intereses nacionales deben estar siempre por encima de la mecánica política y electoral.En lugar de eso, es bueno recordar que la Nación está esperando la reforma radical a la Justicia que la haga funcional. Con ello se logrará impedir la impunidad y ponerla en sintonía con la realidad para que contribuya a resolver los conflictos y a impedir la confrontación que surge de la falta de una Justicia adecuada. Y que se resuelva la enorme crisis que durante más de tres años padece la salud en Colombia, la cual se ha cubierto hasta ahora echando mano del presupuesto nacional, pero sin atreverse a resolver sus problemas estructurales.La pregunta es si en ésta legislatura, cuando empiezan a definirse las aspiraciones de los partidos y las reelecciones tanto del Presidente como de los congresistas, podrán tomarse decisiones sobre temas complejos y sin duda polémicos, que pueden causar fracturas dentro de la coalición que respalda al gobierno en el Congreso. Ojalá sea posible, con lo cual se le responderá al clamor nacional.

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