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Las trampas de Ortega

Desviar la atención y ocultar sus verdaderos propósitos ha sido una constante de Ortega, y se repite ahora. En momentos que los presos políticos regresaban a sus hogares, la mayoría sandinista del Congreso...

16 de junio de 2019 Por: Editorial .

Más de un centenar de presos políticos, acusados por el régimen de Daniel Ortega de instigar el terrorismo, fueron liberados en Nicaragua al amparo de una polémica ley de amnistía. Es la manera de disfrazar los abusos de su tiranía y de paso beneficiar a sus esbirros.

Todos habían sido detenidos por participar en las protestas antigubernamentales que estallaron en abril del año pasado, y en el caso de los periodistas, por criticar la dictadura o mostrar las imágenes de lo que está sucediendo, una crisis que según organizaciones civiles ha ocasionado 594 muertes, mientras las autoridades reconocieron solo 199.

Los videos mostraron a los liberados dando gritos de júbilo por Nicaragua, mientras ondeaban la bandera nacional y se abrazaban tras salir de la cárcel. Sin embargo, la felicidad inicial fue mutando a indignación al conocerse las torturas a las que fueron sometidos y las posteriores persecuciones que han continuado por parte de grupos paramilitares afines al gobierno.

Los primeros cuestionamientos llegaron desde organismos de derechos humanos y familiares de las víctimas que consideran que la ley de amnistía, aprobada por un congreso de mayoría oficialista, busca tender un manto de impunidad para que ningún responsable de la muerte o represión sea juzgado. Esta ley concede perdón “a todas las personas que han participado en los sucesos acaecidos en todo el territorio nacional a partir de abril de 2018 hasta la fecha”.

Varios de los liberados denunciaron el acoso de que son objeto. Esto ha llevado a que los dirigentes sociales y organizaciones defensoras de derechos humanos denuncien que la libertad obtenida es una trampa debido al asedio de policías y grupos oficialistas. El Comité Pro Liberación de Presos Políticos también advirtió que decenas de personas aún continúan en la cárcel por manifestarse contra el gobierno.

Y están las revelaciones de torturas físicas, sicológicas y morales que confirmaron el horror de un régimen liderado por Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, quienes se resisten a dejar de robar y acosar a la ciudadanía. Ortega sigue incendiando el país, reprime cualquier oposición y busca enemigos externos para victimizarse. No es gratuito que el régimen haya encontrado en su apoyo a las caravanas de inmigrantes que se dirigen a las fronteras con México y Estados Unidos, la excusa para distraer la atención de lo que sucede en Nicaragua.

Desviar la atención y ocultar sus verdaderos propósitos ha sido una constante de Ortega, y se repite ahora. En momentos que los presos políticos regresaban a sus hogares, la mayoría sandinista del Congreso ratificaba un decreto para autorizar la entrada de militares y naves extranjeras para el adiestramiento, instrucción, intercambio, salida de tropas y equipos del país durante el segundo semestre del 2019.

Obviamente los principales aliados serán Rusia, China, Cuba y Venezuela, auspiciadores y sostenedores de un régimen oprobioso. La lucha del pueblo nicaragüense por deshacerse de un gobierno dictatorial que se quiere eternizar en el poder apenas comienza.

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