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Las sorpresas de Nicaragua

"Es pues otro litigio del cual estamos ya suficientemente avisados. Y, sobre todo, sabemos de lo que es capaz la Corte. Por lo cual es necesario que se aclare si Colombia ya denunció el Acuerdo de Bogotá que hace obligatorio acatar las sentencias sobre límites expedidas por el Tribunal Internacional".

11 de agosto de 2013 Por:

"Es pues otro litigio del cual estamos ya suficientemente avisados. Y, sobre todo, sabemos de lo que es capaz la Corte. Por lo cual es necesario que se aclare si Colombia ya denunció el Acuerdo de Bogotá que hace obligatorio acatar las sentencias sobre límites expedidas por el Tribunal Internacional".

Sin recuperarnos aún del golpe que significó para nuestro país el fallo de la Corte Internacional de La Haya sobre el litigio con Nicaragua, los colombianos ya recibimos la noticia sobre la ambición del vecino para ampliar su plataforma continental y sus acciones para ofrecer nuestro territorio para explotación petrolera. Hora de actuar con cautela pero con firmeza, para evitar otra desagradable sorpresa que desconozca nuestra soberanía en el mar Caribe. Nueve meses después de conocida, la sentencia sigue causando inconformidad en nuestra Nación. Es difícil de entender que se nos arrebate una vasta zona explotada durante siglos por colombianos, dejando apenas unos enclaves, eufemismo con el cual se pretende explicar que los callos propiedad de Colombia quedaron aislados de manera inexplicable. Si bien el lenguaje de la Corte obedece al tecnicismo del derecho internacional público, su decisión es lo más parecido a un despojo que generará más conflictos con todos los vecinos de Nicaragua. Pero las ambiciones del país beneficiado por la Corte de La Haya no paran allí. Ahora se sabe que pretende ampliar su plataforma continental más allá de las 350 millas náuticas, lo que en plata blanca puede significar el aislamiento de las Islas de San Andrés y Providencia mediante la figura del enclave, y la llegada de Nicaragua hasta muy cerca de Cartagena. Lo que le da sentido a la oferta de exploración sobre posibles yacimientos petrolíferos en aguas colombianas, presentada mediante un mapa que incluye nuestra plataforma continental. Hace unas semanas, la Ministra de Relaciones Exteriores envió una nota de protesta al gobierno nicaragüense sobre esa actuación. A cambio recibió un comunicado destemplado que deja una desagradable sensación sobre los verdaderos intereses del incómodo vecino. Lo cual se agrava con las declaraciones del agente de ese país ante la Corte Internacional de La Haya, donde da como un hecho la reclamación sobre la plataforma. Es pues otro litigio del cual estamos ya suficientemente avisados. Y, sobre todo, sabemos de lo que es capaz la Corte. Por lo cual es necesario que se aclare si Colombia ya denunció el Acuerdo de Bogotá que hace obligatorio acatar las sentencias sobre límites expedidas por el Tribunal Internacional. De nuevo, y mientras se decide qué hacer con el fallo que despojó a nuestro país de miles de kilómetros en el Caribe, hay que ser claros y actuar a tiempo para evitar otra frustración, causada por lo que hoy parece una mezcla de buena fe e ingenuidad. Así mismo, es necesario tomar nota sobre los esfuerzos de Nicaragua para reforzar su poderío bélico, lo que necesariamente cambiará el equilibrio en la zona, afectando además de Colombia a Costa Rica, Honduras y El Salvador. Y lleva a preguntar quién lo respalda en esa escalada. No sea que el gobierno de Venezuela esté interesado en apoyar la movida que realiza Daniel Ortega y nos llevemos una nueva y desagradable sorpresa, en la cual los términos serán más peligrosos. Por ello, Colombia ya no puede seguir pecando por ingenua.

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