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Las señales del mercado

El problema no es decir que el MÍO no sirve o es un fracaso. Se trata de hacer un análisis para que sea la verdadera solución que necesitan la capital del Valle y las ciudades que la circundan...

16 de junio de 2019 Por: Editorial .

El MÍO lleva ya 11 años de funcionamiento, de aciertos y errores y de no pocas dificultades. Es el momento para un cambio profundo que le permita aumentar el número de usuarios, cubrir la demanda y llegar a los lugares que se necesita.

Según el más reciente informe de Cali Cómo Vamos, mientras el número de movilizados en el MÍO en el primer trimestre del 2019 disminuyó en 3,6% con respecto al mismo periodo del año anterior, el de quienes usaron el transporte colectivo aumentó en 2,1%. Ello lleva a pensar que el Sistema de Transporte Masivo no se puede quedar sólo con lo que tiene, como una camisa de fuerza, y que hay que escuchar los mensajes que da el mercado para no seguir enfrascados en debates y litigios que aumentan los problemas de la ciudad y la insatisfacción de sus habitantes.

Uno de los principales cambios es la obligación de vincular a toda la operación la utilización de la vía férrea y del tren de cercanías. Además de darle orden al sistema, la razón es que Jamundí, Yumbo, Palmira y Candelaria son hoy el sitio de residencia de miles de personas que trabajan en Cali y se desplazan hacia acá a diario. Al ofrecerles un transporte de esas características se evitarán el trasporte ilegal, el uso de motos y vehículos de todo tipo, además de reducir la congestión que ahoga las entradas y las vías de la ciudad.

Y hay que entender las señales que emite la demanda. La gente usa el transporte ilegal, los TPC que aún ruedan sin licencia o los camperos, porque necesita un sistema que le ofrezca la agilidad y seguridad que requiere y está dispuesta a pagar. Eso es lo que hoy no se les brinda, impulsando el transporte individual, la informalidad y la ilegalidad que se quedan con los pasajeros que alimentarían el sistema si se sintonizara con sus necesidades.

El problema no es decir que el MÍO no sirve o es un fracaso. Se trata de hacer un análisis para que sea la verdadera solución que necesitan la capital del Valle y las ciudades que la circundan, lo que implica cambiar la visión que ha desembocado en altos niveles de insatisfacción de los usuarios y en la pérdida del monopolio que deberá significar un sistema único de transporte.

Ahora hay que cambiar los paradigmas y hacer lo que sea necesario para que el Municipio pueda llegar a un sistema único de transporte público como lo hacen las grandes urbes, incluyendo el TPC que no ha podido erradicar, incumpliendo el compromiso inicial. Ese monopolio del Estado se está perdiendo porque el MÍO no tiene la capacidad ni la ductilidad que exige la demanda de una ciudad de dos millones de habitantes a la que debe sumarse la de las poblaciones vecinas.

El informe de Cali Cómo Vamos indica que si bien es importante aumentar el número de buses como se ha comprometido la administración municipal, ello no alcanzará para resolver el que se ha convertido en motivo de inconformidad y de informalidad. La solución entonces es integrar el sistema para que la ilegalidad y el transporte individual dejen de ser su competencia. Y usar el corredor férreo que atraviesa la ciudad como la columna vertebral del transporte público en Cali.

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