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Las angustias de la CAN

Lo que fue una asociación próspera en sus inicios actualmente naufraga en la incredulidad y el desgaste de sus instituciones. Y la causa debe buscarse en la eterna discusión sobre asuntos que se alejan del orden estrictamente económico y se originan en razones ideológicas y políticas.

10 de noviembre de 2011 Por:

Lo que fue una asociación próspera en sus inicios actualmente naufraga en la incredulidad y el desgaste de sus instituciones. Y la causa debe buscarse en la eterna discusión sobre asuntos que se alejan del orden estrictamente económico y se originan en razones ideológicas y políticas.

Con abrazos y compromisos solemnes sobre la modernización de la Comunidad Andina de Naciones, CAN, terminó la rápida reunión de los presidentes de los cuatro países que la conforman. Un resultado en apariencia positivo que, sin embargo, no alcanza a despejar el escepticismo sobre un acuerdo que en sus inicios alcanzó a insinuar un futuro promisorio para la región, impulsado por la integración económica.El pasado martes se reunieron por unas horas en Bogotá los presidentes de Colombia, Perú, Bolivia y Venezuela, como representantes del Pacto Andino que en 1968 se inició con el Tratado de Cartagena. Son los sobrevivientes de un acuerdo del cual desertaron ya Chile y Venezuela por razones distintas. Ahora, las preocupaciones de estos mandatarios eran otras, basadas en la necesidad de revivir y actualizar lo que en sus orígenes fue pionero en América: hablar de negocios y de integración sin recurrir a la tutela y presencia entonces obligada de los Estados Unidos.Infortunadamente, lo que fue una asociación próspera en sus inicios actualmente naufraga en la incredulidad y el desgaste de sus instituciones. Y la causa debe buscarse en la eterna discusión sobre asuntos que se alejan del orden estrictamente económico y se originan en razones ideológicas y políticas. Hoy, el argumento del Gobierno ecuatoriano es amenazar con su retiro de la CAN porque Colombia vende el doble de lo que compra a su vecino y porque la oposición de los camioneros de nuestro país impide el tránsito de sus colegas ecuatorianos por nuestro territorio.Tales diferencias, que pueden ser resueltas de manera ágil mediante los mecanismos establecidos en el acuerdo que le dio origen, simbolizan el grado de deterioro al que ha llegado la CAN. En tanto Perú y Colombia dirigen sus esfuerzos a ampliar los mercados para sus productos, a incentivar la internacionalización de sus economías y a atraer inversiones para generar riquezas y desarrollo, Ecuador y Bolivia siguen aferrados a discursos doctrinarios que excluyen la iniciativa privada, dándole prioridad a los significados políticos y desconociendo la importancia de la integración económica como herramienta para consolidar las relaciones con sus vecinos.Por eso, las pequeñas diferencias son materia de cumbres presidenciales y se desaprovechan las posibilidades que ofrece el tener un mercado de 200 millones de consumidores con identidades culturales e históricas que podrían ser explotadas para el beneficio común. Hoy, Ecuador es el segundo mercado mundial para los productos colombianos. Pero si se hubiera cumplido el sueño integracionista que inspiró el entonces llamado Pacto Andino, la región habría vivido un impulso que quizá no tendría a sus mandatarios hablando de las dificultades en el tránsito de camiones.Al término de su reunión en Bogotá, y según el presidente Juan Manuel Santos, los mandatarios se comprometieron a “adecuar las estructuras de la CAN al mundo de hoy”. Ojalá ese propósito supere las diferencias políticas y se convierta en la realidad que están esperando hace 42 años los pueblos que viven en los Andes americanos.

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