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Así lucen algunos tramos de la Vuelta de Occidente en la zona que será intervenida. Los huecos dificultan la movilidad. | Foto: Bernardo Peña / El País

Opinión

La Vuelta de Occidente

La importancia de las vías de comunicación que reclaman los habitantes de la zona rural de Cali no solo está en la movilidad, que sin duda significaría la solución para sus corregimientos y de paso para el desembotellamiento de la salida al mar

5 de junio de 2023 Por: Editorial

La que podría ser la alternativa para el caos de la salida al mar y es un anhelo de los corregimientos de Cali, lleva años en espera sin que el Gobierno local gestione su terminación. La Vuelta de Occidente debe concluirse, por lo que es necesario conseguir los recursos y permisos ambientales que se requieran, sin más excusas ni dilaciones.

Desde el año 2010 se iniciaron las obras para pavimentar dos tramos de vías que conectan varias de las poblaciones rurales caleñas asentadas en la Cordillera Occidental. Son corregimientos como Los Andes, Pichindé, La Leonera, Felidia y El Saladito, saliendo por Cristo Rey, o La Elvira, La Castilla, La Paz, Golondrinas y Montebello, detrás de Chipichape, que se unen con la ciudad a través de caminos terciarios en condiciones deplorables.

Las dificultades para movilizarse que sufren quienes viven en esas zonas han llevado a reclamos constantes a la Alcaldía e incluso a que en varias ocasiones se realicen protestas o se impida el paso. Sin que las vías de hecho sean una alternativa, se debe entender el desespero de los más de 30.000 caleños que habitan en esos corregimientos.

La cuestión es por qué ha sido imposible arreglar esas carreteras, más aún cuando al primer tramo de 32 kilómetros, que sale por la vía a Cristo Rey y concluye en la vía al mar a la altura de El Saladito, apenas le faltan tres kilómetros para terminarse. Si la demora es por el trámite de las licencias ambientales, no tiene sentido que casi 13 años después de iniciadas las obras, no se haya llegado a un acuerdo con la Agencia Nacional encargada, dada la importancia que tiene la carretera.

Peor suerte es la del segundo tramo, que desde Chipichape, en el norte de la ciudad, sale a la carretera al mar en un trayecto de 26 kilómetros. Si bien el trazado está, no hay un solo metro pavimentado ni tampoco se ha aforado el presupuesto para iniciar las obras. Se calcula que el costo de lo que falta en el primer tramo y adelantar el segundo es de $350.000 millones, recursos con los que la Alcaldía no cuenta, pese a los millonarios empréstitos aprobados en el Concejo a la actual administración, incluidos los $650.000 millones de los que no se destinó ningún monto a la Vuelta de Occidente.

La importancia de las vías de comunicación que reclaman los habitantes de la zona rural de Cali no solo está en la movilidad, que sin duda significaría la solución para sus corregimientos y de paso para el desembotellamiento de la salida al mar, obra que aunque fue pagada por los caleños como parte de las 21 Megaobras, no se hará. Concluir estas carreteras como se ha prometido durante décadas, también significa garantizar la posibilidad de llevar un mayor desarrollo turístico, social y económico a un sector de la población local que tanto lo necesita.

Es uno de los asuntos que deberá estar en la agenda de quienes aspiran a ocupar la Alcaldía de la capital del Valle a partir del 1 de enero del próximo año. De la gestión que se haga desde ya con la Nación, para destrabar las licencias ambientales y conseguir los recursos que se requieren, dependerá que la Vuelta de Occidente al fin sea una realidad para Cali.

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