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La victoria del no

"Lo cierto es que Grecia es incapaz de honrar su deuda y, salvo que los acreedores retiren sus exigencias, el resultado del referendo llevará a aumentar las desgracias del pueblo griego. En efecto, y sin que sea necesario su retiro del Euro, ello significará la ausencia de financiación que llevará a sus bancos a la quiebra, haciendo que se pierda el patrimonio de los ahorradores".

7 de julio de 2015 Por:

"Lo cierto es que Grecia es incapaz de honrar su deuda y, salvo que los acreedores retiren sus exigencias, el resultado del referendo llevará a aumentar las desgracias del pueblo griego. En efecto, y sin que sea necesario su retiro del Euro, ello significará la ausencia de financiación que llevará a sus bancos a la quiebra, haciendo que se pierda el patrimonio de los ahorradores".

Luego de su triunfo inobjetable en el referendo sobre si se aceptan o no las condiciones impuestas por la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el resto de acreedores de su país, el Primer Ministro Alexis Tsipras se prepara para enfrentar la nueva etapa de la desastrosa crisis que arrastra Grecia. Que no debe ser nada diferente a devolverle a su nación la viabilidad económica, algo que va más allá de las consultas populares.El pasado domingo ocurrió lo esperable cuando se le pide a un ciudadano sin perspectivas de solución a la crisis que padecen él y su país: el 62% votó no a la posibilidad de aplicar un acuerdo en el cual se le exige reducir más sus ingresos, incrementar sus impuestos y someterse a medidas que aumentarán la recesión. Así, el gobierno se anota un triunfo electoral que lo atornilla al poder, además de mostrarlo como adalid de la autonomía de los pueblos para definir su destino.Pero esa salida sólo es aparente. Lo cierto es que Grecia es incapaz de honrar su deuda y, salvo que los acreedores retiren sus exigencias, el resultado del referendo llevará a aumentar las desgracias del pueblo griego. En efecto, y sin que sea necesario su retiro del Euro, ello significará la ausencia de financiación que llevará a sus bancos a la quiebra, haciendo que se pierda el patrimonio de los ahorradores. Lo que sigue entonces es el caos económico, que golpeará en primer lugar a quienes votaron por la propuesta oficial en la consulta.Del otro lado, la situación es más incómoda. Antes era un asunto de cifras, de macroeconomía y de definir hasta dónde llegarán las presiones para que Grecia pague su deuda y si se recortan más las pensiones y se toman medidas que sigan profundizando la contracción y el paro. O de salir de un socio incómodo, pobre y arruinado, bajo el argumento de que su gobierno no cumplió con los principios sagrados de la Unión Europea.Ahora, las cosas son a otro precio porque se convirtió en un asunto político. Es la solidaridad con un país que padece la peor crisis, cuya población se expresó libremente y debe ser escuchada. Si bien es cierto que existió el despilfarro y la prosperidad al debe que ahora pasan cuentas de cobro, no lo es menos que también existieron los prestamistas que buscaron el lucro excesivo con Grecia, pensando quizás que los países no se quiebran.Por eso, la Unión Europea, luego de comprar esas acreencias para evitar un colapso de los bancos privados, sigue empeñada en cobrar lo que ya no puede ser pagado, salvo que se comprometa el futuro de Grecia por los próximos cuarenta o cincuenta años. Como lo dijeron los griegos en su referendo, eso no es soportable para ninguna nación libre. Todo lo cual lleva a pensar que la solución se encontrará si Grecia y sus acreedores se comprometen en un borrón y cuenta nueva que le devuelva la viabilidad al país en el cual nació la democracia. Hace unos días, el FMI tuvo un inusual arranque de sinceridad al decir que la deuda de Grecia es impagable. De lo que se trata es de devolverle su economía o esperar a que la desobediencia se haga causa general entre los demás países endeudados.

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