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La verdad en la Justicia

Durante los últimos meses, el país ha estado sumido en las dudas que le dejan los continuos y al parecer interminables hallazgos sobre corrupción con fallos en la Corte Suprema de Justicia y la supuesta participación de magistrados en delitos que desdicen de su investidura.

11 de septiembre de 2017 Por: Editorial .

Durante los últimos meses, el país ha estado sumido en las dudas que le dejan los continuos y al parecer interminables hallazgos sobre corrupción con fallos en la Corte Suprema de Justicia y la supuesta participación de magistrados en delitos que desdicen de su investidura. Ya es hora de encontrar la verdad, de saber cuál es el punto de vista de los vinculados a esas acusaciones y de definir mecanismos para aclarar todo lo que compromete el nombre de la Justicia en Colombia.

Así lo deberían exigir los miles de jueces y funcionarios que pertenecen a la rama jurisdiccional quizás la más importante para mantener la credibilidad del Estado y la posibilidad de vivir en paz. Infortunadamente, lo que existe es un silencio que es roto con filtraciones y acusaciones nuevas donde se amplía el marco de las sospechas sin que aparezca la verdad que todos los ciudadanos queremos y merecemos escuchar.

Pero, al contrario, lo que se ha producido es más confusión. Desde los mismos exmagistrados que han sido vinculados a las acusaciones, hasta los integrantes actuales de las Cortes y quienes trabajaron con ellos, se ha guardado silencio. Y aunque sea explicable, ese silencio sólo ha permitido que se amplíen las especulaciones, sin que los colombianos tengan claro cuál es la forma de dilucidar los hechos que, además de la responsabilidad de los involucrados, compromete en primer lugar la credibilidad y el nombre de las Cortes.

Tal situación no puede prorrogarse hasta el infinito, sabiendo el daño que se les causa a las instituciones y a la democracia. Más aún cuando a cada tanto se denuncian casos de corrupción que involucran la Justicia a todos sus niveles, sin que se tomen las medidas necesarias para detener lo que sin duda alguna puede ser el peor enemigo del respaldo que deben tener los jueces para el cumplimiento de su misión. Así lo demuestra la coincidencia que se hace presente en todas las encuestas.

Ahora se necesitan soluciones y respuestas que deben salir en primer lugar de los propios jueces. Ante el deterioro que se vive en la confianza pública sobre el Poder Judicial, es el momento para superar los formalismos y plantear alternativas que permitan recuperar el buen nombre de nuestra Justicia; de atreverse a ofrecer salidas para romper el inmovilismo, modificar los fueros que crea la Constitución para proteger a los magistrados de los juicios políticos y recuperar la noción de que todos somos iguales ante la ley.

La situación es apremiante y no puede ser resuelta con el tribunal de aforados incluido en el proyecto de reforma política en trámite, o esperando a una Asamblea Constituyente que demorará meses y tendrá que pasar el filtro de las consideraciones partidistas y electorales. Lo que existe en Colombia puede llamarse una emergencia moral que reclama respuestas.

“Si Colombia quiere una paz duradera, tiene que dar un paso en la dirección del Bien Común” dijo el papa Francisco en su visita a nuestro país. Ese paso implica recuperar la fe en la Justicia y atreverse a encontrar la verdad para no repetir los errores que hoy la agobian.

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