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¿La última Cumbre?

El sistema interamericano volvió a mostrar sus grietas al no lograr una declaración política de los gobernantes al final de la Cumbre. Así se demostró que el Continente está cada vez más fracturado, debido a las diferencias de enfoque y de políticas.

16 de abril de 2012 Por:

El sistema interamericano volvió a mostrar sus grietas al no lograr una declaración política de los gobernantes al final de la Cumbre. Así se demostró que el Continente está cada vez más fracturado, debido a las diferencias de enfoque y de políticas.

Culminó la VI Cumbre de las Américas, dejando un balance satisfactorio para el Gobierno de Colombia y para el país. Sin embargo, no puede decirse lo mismo con respecto a los resultados que deja para el diálogo continental. Durante una semana, nuestro país fue el anfitrión de la Cumbre, un esfuerzo que nació en 1994 para tratar de lograr una unión de los países americanos. En Cartagena se hicieron presentes delegaciones de 34 países, centenares de empresarios, de dirigentes sociales, indígenas y de la juventud. Entre el lunes y el viernes, cada sector tuvo su Cumbre, y en ellas pudieron expresar sus puntos de vista sobre los problemas que enfrentan y las posibilidades que tienen para lograr el desarrollo que implique respeto por la diversidad y un mejor nivel de vida para los pueblos de América. El fin de semana llegaron 31 de los 34 presidentes de la región. Y si bien se sabía de la ausencia del mandatario del Ecuador por su reclamo contra la no presencia de Cuba en la cita continental, fue notoria la ausencia por enfermedad de los mandatarios de Haití y de Venezuela. Pero sorprendió la no venida de Daniel Ortega de Nicaragua y el retiro apresurado, también con innegable sabor de protesta, de las presidentas de Brasil y Argentina y el de Bolivia. Así se hizo presente el reclamo que con sus ausencias y retiros expresaron su inconformidad con la forma en que se llevan las relaciones entre los países americanos. Puede decirse entonces que Colombia salió airosa de su compromiso como sede de la Cumbre. Ofreció todas las garantías, acogió a los participantes con generosidad y amplitud, y aprovechó para mostrar sus progresos económicos y su cultura, si bien una amplia zona de Cartagena fue sitiada y desocupada para el evento. Y además, su Gobierno hizo esfuerzos por lograr que la ausencia de Cuba y las dificultades en las relaciones intrarregionales no terminaran en el sabotaje que se temía después de las declaraciones de Rafael Correa. Pero el sistema interamericano volvió a mostrar sus grietas al no lograr una declaración política de los gobernantes al final de la Cumbre. Así se demostró que el Continente está cada vez más fracturado, debido a las diferencias de enfoque y de políticas. Desde el presidente Juan Manuel Santos, quien agradeció a los Estados Unidos por su colaboración en la lucha contra el narcotráfico y a la vez insistió en la necesidad de invitar a Cuba para la próxima Cumbre, hasta el retiro de la presidenta Cristina de Kirchner ante la negativa de apoyar el reclamo de Argentina sobre las islas Malvinas, siempre estuvo en el ambiente la necesidad de cambio en el diálogo continental.En resumen, mientras a Colombia le fue bien, la Cumbre como modelo para propiciar la unión de las Américas parece llegar a su fin. Esa realidad se hace patente cuando, al final, no se consiguió un resultado concreto que se exprese en decisiones conjuntas, mientras los ausentes y quienes abandonaron de manera intempestiva la cita se convirtieron en el lenguaje diplomático para reclamar un cambio impostergable.

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