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La trampa democrática

Por cuarta vez en cuatro años, España votó para elegir a los representantes del Congreso de los Diputados. Y como pasó en las ocasiones anteriores ninguno de los partidos obtuvo la mayoría de los escaños.

12 de noviembre de 2019 Por: Editorial .

Por cuarta vez en cuatro años, España votó para elegir a los representantes del Congreso de los Diputados. Y como pasó en las ocasiones anteriores ninguno de los partidos obtuvo la mayoría de los escaños, por lo que se repite la incertidumbre y el país vuelve a quedar al borde de unas nuevas elecciones si no se logran las alianzas para conformar gobierno.

Como se esperaba, el Partido Socialista Español, Psoe, actualmente en el poder, obtuvo las votaciones más altas y consiguió 120 puestos en la Cámara Baja, un triunfo que sin embargo le fue adverso porque perdió tres de los escaños obtenidos en abril pasado. Por el contrario, el Partido Popular, PP, tuvo un repunte importante y pasó de 66 curules a 88, lo que lo mantiene como la segunda fuerza política de España. La sorpresa la dio VOX, la extrema derecha que dobló el número de sus diputados en solo seis meses, pasando de 24 a 52 escaños.

El gran perdedor fue Ciudadanos, que cayó de 57 a 10 escaños, con lo cual se desinfla la propuesta de centro derecha liderada por Albert Rivera. Tampoco le fue bien a la extrema izquierda representada por Podemos que pasó de 42 a 35 escaños, resultado que no se esperaba su líder Pablo Iglesias. El resto del Congreso estará representado por los partidos minoritarios y los regionales, incluidos los separatistas catalanes.

En conclusión, ninguno de los dos ejes de la política tradicional española, el Psoe y el PP, consiguió los 176 escaños que según la Constitución se requieren para conformar Gobierno. Ni está claro que las coaliciones sean posibles porque pese al abrazo efusivo en el que se fundieron Pedro Sánchez, actual presidente, y Pablo Iglesias, y en el cual le ofrecieron la vicepresidencia de España al representante del populismo de izquierda, las cuentas no les alcanzan.

Como no le dan al PP, que podría unirse a Vox y a Ciudadanos, con lo que apenas sumaría 150 votos. De todo ello se colige que quien aspire a tener las mayorías deberá hacer alianzas con las minorías, empezando por las independentistas catalanas que hoy tienen a España en una de sus más grave crisis de las últimas décadas.

Así, todo da entender que España deberá recurrir de nuevo al desgastante proceso de tratar de construir mayoría, y corre el riesgo de no lograrlo. Por ello es posible que en seis meses se deba disolver el Congreso y llamar a un quinto proceso de elección que permita la conformación de un gobierno estable. Es la trampa de la democracia en la cual está sumido ese país como resultado de la Constitución de 1978, construida pensando en el bipartidismo que funcionó hasta hace unos años, pero que se convirtió en un obstáculo ante el surgimiento del multipartidismo.

Hay que reconocer que en todo este tiempo España no se ha quedado sin gobierno, aunque la abstención indica el cansancio de los españoles. Pero no ha habido uno que permita tener políticas estables para atender las necesidades de la sociedad. Problema que no se resolverá mientras no haya una reforma, incluida la llegada del régimen presidencial, que asegure la configuración de gobiernos de largo aliento.

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