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La tragedia de las cárceles

Ahora se ha desatado un debate, el mismo de siempre, alrededor de la política carcelaria. Pero poco se está hablando de cuáles fueron las causas de lo ocurrido en la cárcel de Barranquilla, de quiénes son los responsables por la muerte de diez seres humanos y cómo va a hacer el Estado para evitar que en los patios de los centros penitenciarios reine la ausencia de autoridad, y mande la ilegalidad porque no hay los guardas que se requieren.

30 de enero de 2014 Por:

Ahora se ha desatado un debate, el mismo de siempre, alrededor de la política carcelaria. Pero poco se está hablando de cuáles fueron las causas de lo ocurrido en la cárcel de Barranquilla, de quiénes son los responsables por la muerte de diez seres humanos y cómo va a hacer el Estado para evitar que en los patios de los centros penitenciarios reine la ausencia de autoridad, y mande la ilegalidad porque no hay los guardas que se requieren.

Diez muertos, decenas de heridos y un incendio que por fortuna se pudo controlar, fue el saldo que dejó lo que no está claro si fue un motín o una riña en la cárcel de Barranquilla. Lo que sí está claro, es que fue un grito de alerta sobre lo que ocurre en las cárceles de Colombia, a causa de la inexplicable resistencia a adoptar una política criminal coherente, y a la destinación de los recursos indispensables para responder a las necesidades del país.Según se sabe, el antecedente de la lamentable cifra de muertos estuvo en una requisa que además de descubrir armas, equipos de comunicación y estupefacientes, terminó por afectar a un grupo de traficantes de drogas. Éste a su vez reaccionó contra quienes consideró culpables del hecho y procedió a desatar el incendio, ante la impotencia de la guardia penitenciaria que ahora es acusada de complicidad y corrupción. El resultado fue funesto. Y aunque no produjo más muertes o heridos, destapó de nuevo la forma en que son dominadas las cárceles por grupos delincuenciales que apoyados por sus carceleros imponen sus propias leyes. Además, volvió a poner de presente el inhumano hacinamiento que se vive allí y en las demás cárceles del país. Fenómeno atribuible a muchas causas, como la falta de recursos, la lentitud en construir penales adecuados, la morosidad de la justicia, y, por paradójico que parezca, al éxito de las autoridades que incrementa las capturas. Ahora se ha desatado un debate, el mismo de siempre, alrededor de la política carcelaria. Pero poco se está hablando de cuáles fueron las causas de lo ocurrido en la cárcel de Barranquilla, de quiénes son los responsables por la muerte de diez seres humanos y cómo va a hacer el Estado para evitar que en los patios de los centros penitenciarios reine la ausencia de autoridad, y mande la ilegalidad porque no hay los guardas que se requieren. Y en ellos no se respetan los Derechos Humanos de los internos, muchos de los cuales viven en condiciones infrahumanas si no pagan los peajes que les exigen las mafias aliadas con la corrupción.Lo que se produjo en Barranquilla puede ocurrir en cualquiera de los centros carcelarios de Colombia. Es el reflejo de la confusión que impera con respecto al tratamiento que debe aplicarse a los internos, y en la obligación de ofrecer oportunidades de resocialización. Hoy, el Estado realiza grandes esfuerzos para combatir la delincuencia, lo que se refleja en el número de detenidos e incide en el hacinamiento. Pero en lugar de adecuar las cárceles a las necesidades, o de agilizar los procedimientos judiciales, la propuesta es tomar decisiones apresuradas y expedir normas que permitan evacuar algo de la congestión que se vive en las cárceles de Colombia. Los muertos en la Modelo de Barranquilla no son pues un hecho aislado. Son ante todo el reflejo de la ausencia de una política seria en materia criminal que se traduce en corrupción, en riesgos para miles de detenidos y en la falta de decisiones para evitar que los penales colombianos sean motivo de preocupación y escenario de tragedias como la ocurrida el pasado martes.

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