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La tragedia de Calima

Sin conocerse aún el resultado final de la investigación sobre las causas de este lamentable accidente, debe decirse que nunca debió ocurrir. Es inconcebible que no se hayan tomado todas las precauciones ni se haya verificado el estado del vehículo, requisito mínimo para transportar con seguridad a esos niños y sus familiares al encuentro deportivo en Yotoco, que los llenaba de ilusión.

11 de diciembre de 2018 Por: Editorial .

Tragedias como la que hoy enluta a nueve familias de Calima-Darién y al Valle en general no deberían ocurrir. Las vías de departamento son para transitarlas tomando todas las precauciones y cumpliendo con las normas de movilidad, que son hechas para evitar accidentes como el ocurrido en la carretera que conduce de Yotoco a Buga y en la que perdieron la vida cinco menores de edad y cuatro adultos.

Lo que sería un fin de semana para disfrutar de encuentros deportivos y compartir en familia terminó en desastre cuando el bus en el que viajaban los equipos femenino y masculino de baloncesto de Calima-Darién, integrados por menores de entre 13 y 17 años de edad, junto con sus allegados, se volcó en el llamado ‘Plan de las vacas’. Según las investigaciones, el automotor se habría quedado sin frenos en ese sector conocido además por su alta accidentalidad.

Es la historia que se repite con frecuencia en las carreteras del Valle sobre todo por la imprudencia de conductores o por el incumplimiento de la normatividad que busca evitar que hechos luctuosos como este sucedan. Así lo demuestran los índices de accidentalidad del departamento, donde sólo en los primeros cuatro meses del 2018 se presentaron 3600 colisiones que dejaron 297 muertos, cifra más alta que en el mismo periodo del año anterior. Son estadísticas aterradoras que deberían llamar a la reflexión a los conductores y en especial a quienes, como en este caso, tienen en sus manos la vida e integridad de los pasajeros.

Se sabe que era un vehículo de 20 años de antigüedad, afiliado a una empresa de transporte especial de Palmira, que tenía todos los permisos requeridos. Si la falla fue de los frenos, entonces se debe preguntar por qué contaba con la revisión técnico-mecánica al día, según constataron las autoridades. Ese requisito es el más infringido en el Valle, donde el 44 % de los vehículos circulan sin portarlo, con casos extremos como el de Buenaventura donde la cifra llega al 79 %. Si a ello se suman los no pocos casos de falsificaciones o alteraciones del documento, se empieza a entender por qué nuestras vías se convierten en carreteras de la muerte.

Sin conocerse aún el resultado final de la investigación sobre las causas de este lamentable accidente, debe decirse que nunca debió ocurrir. Es inconcebible que no se hayan tomado todas las precauciones ni se haya verificado el estado del vehículo, requisito mínimo para transportar con seguridad a esos niños y sus familiares al encuentro deportivo en Yotoco, que los llenaba de ilusión. Por ello la solidaridad de los vallecaucanos está con quienes perdieron a sus seres queridos y con quienes resultaron lesionados durante el siniestro.

Para que calamidades como esta no se repitan más es necesario que las autoridades ejerzan de manera permanente y rigurosa el control vial. Pero sobre todo se requiere de la sensatez de conductores y dueños de vehículos, que deben ser responsables a la hora de manejar y de respetar las normas de tránsito. Sólo así será seguro transitar por las carreteras del Valle y se salvarán las vidas de inocentes como los que se perdieron el domingo en la vía Yotoco-Buga.

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