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La reunión en Quito

La declaración conjunta permite pensar que se recobrará la sindéresis necesaria para no convertir el asunto en una confrontación que nadie quiere, empezando por los pueblos de Venezuela y Colombia.

22 de septiembre de 2015 Por:

La declaración conjunta permite pensar que se recobrará la sindéresis necesaria para no convertir el asunto en una confrontación que nadie quiere, empezando por los pueblos de Venezuela y Colombia.

Con dos posiciones radicalmente enfrentadas se inició la reunión en Ecuador entre los presidentes de Colombia y Venezuela para tratar de resolver una crisis causada por los abusos contra los colombianos en el país vecino y las provocaciones al nuestro. Luego del encuentro, las relaciones bilaterales parecen volver al punto del entendimiento respetuoso del cual no debió salir.La posición del presidente Juan Manuel Santos era clara. No se trata de resolver un conflicto entre los dos países, que no existe aunque el gobierno de Nicolás Maduro y miembros de sus Fuerzas Armadas han pretendido provocarlo mediante violaciones del espacio aéreo y terrestre de nuestro país. Para el Primer Mandatario colombiano lo que se busca es reclamar el respeto a nuestros compatriotas, ilegales o nacionalizados en Venezuela. Y de exigir el mismo tratamiento a nuestra Nación.A su vez, y según sus declaraciones, la posición del presidente Nicolás Maduro se dirigía a buscar un “acuerdo de paz” entre los dos países. En su discurso cambiante y dirigido más a despertar el nacionalismo, el Mandatario venezolano usó la muerte de dos aviadores de su país en un accidente ocurrido en cercanías a la frontera común, para reclamar acciones contra el narcotráfico. Y como era de esperar, no se refirió ni a los derechos humanos pisoteados por sus fuerzas de seguridad, ni a la xenofobia que pretende sembrar en su país contra nuestros connacionales.Entonces, lo que se esperaba en Ecuador era de hablar de paz o de solucionar la infamia que el Gobierno de Maduro ha cometido contra seres humanos que antes eran respetados en Venezuela y muchos de ellos tienen la nacionalidad venezolana. Ahora, esas mismas personas debieron huir desde todas partes del país vecino, incluida su capital. Ellos son acusados de paramilitares, son criminalizados y sus documentos desconocidos, en una actitud que responde más a una motivación política que a cualquier propósito de ofrecer más seguridad y mejores condiciones de vida al pueblo venezolano.Ante los hechos que se estaban presentando, los presidentes de Ecuador y Uruguay actuaron como facilitadores del encuentro que se celebró ayer en Quito. La declaración conjunta permite pensar que se recobrará la sindéresis necesaria para no convertir el asunto en una confrontación que nadie quiere, empezando por los pueblos de Venezuela y Colombia.Así, se logró el compromiso de reactivar los diálogos entre los miembros de los Gobiernos, dirigidos a resolver los problemas fronterizos, en reunión a nivel ministerial que se iniciará mañana en Caracas. Lo más importante es que se haya anunciado el regreso de los embajadores y declarado la normalización progresiva en la frontera. Lo obvio, es que se hubiera reiterado el respeto por las diferencias en los modelos políticos, sociales y económicos entre los dos países.Se ve así la solución a un diferendo que, a juzgar por los resultados de la reunión promovida por los presidentes de Ecuador y Uruguay, no debió ocurrir, de no haber sido por el propósito de involucrar a Colombia y a los colombianos en la política de Venezuela.

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