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La represión de Ortega

El régimen oprobioso de Ortega está desgastado y se niega a discutir cualquier medida de democratización. Como los antiguos sátrapas centroamericanos, Ortega se atornilla al poder y se niega a las peticiones de convocar a comicios porque quiere llegar al 2021 y aspirar a la reelección.

11 de junio de 2018 Por: Editorial .

A las seis de la tarde, Managua se convierte en una ciudad desierta. La capital nicaragüense, siempre dispuesta a la fiesta y la alegría, hoy es el teatro de una guerra que tiene encerrados a sus habitantes por temor a las bandas armadas gubernamentales.

Nicaragua cumplió dos meses en crisis que han dejado 150 muertos y el régimen no parece ceder en su represión de la ciudadanía. La crisis se inició en abril, cuando Ortega impuso una reforma a la seguridad social que fue rechazada por la población.

Pero lo que parecía una protesta normal en una sociedad democrática, se transformó tras la violenta represión desatada por Ortega contra sus opositores reformas. Solo en abril, esta respuesta dejó 76 muertos y el 30 de mayo cuando se llevó a cabo una pacífica marcha en recuerdo de las víctimas de la represión gubernamental, los grupos armados del gobierno convirtieron la manifestación en un baño de sangre, a la mejor manera de la dictadura de Venezuela. Sin mediar palabra, los paramilitares dispararon indiscriminadamente contra los caminantes y dejaron 20 muertos y decenas de heridos.

Miles de nicaragüenses, a pesar del terror que infunden los grupos armados oficiales, han desafiado la continuidad de Daniel Ortega, aferrado al poder desde el 2007. Hace 60 días comenzaron las protestas para que el presidente diera marcha atrás a la controvertida reforma del sistema de seguridad social, pero hoy ya no se trata solo de esos reclamos.

Ahora los nicaragüenses piden democracia, justicia, tolerancia, respeto a los derechos humanos. Necesidades primarias que en la Nicaragua de Ortega no existen. El control que ha intentado tener el régimen se ha extendido hasta los medios de comunicación. El diario La Prensa y la revista Confidencial han sido bombardeados por los hackers que sabotean sus ediciones. La mordaza de un régimen que quiere callar todas las voces disidentes.

De la mano de su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, Daniel Ortega ha conformado un gobierno represor y corrupto que pretende silenciar a su pueblo con violencia. Mientras la Iglesia Católica intenta reanudar los diálogos con el gobierno, suspendidos por la violencia que ha emprendido contra los manifestantes, el país está bloqueado y la economía se deprime a diario. Los manifestantes han puesto centenares de barricadas en las principales ciudades del país, lo que paralizado el tránsito de mercancía de más de seis mil camiones. Las pérdidas en ese sector ya alcanzan más de 70 millones de dólares.

El régimen oprobioso de Ortega está desgastado y se niega a discutir cualquier medida de democratización. Como los antiguos sátrapas centroamericanos, Ortega se atornilla al poder y se niega a las peticiones de convocar a comicios porque quiere llegar al 2021 y aspirar a la reelección.

Los nicaragüenses se han expresado y no están de acuerdo con seguir los planes de Ortega y su esposa. Es hora de que el sufrido país centroamericano tenga una esperanza y el régimen está en la obligación de abrir una puerta para que su pueblo pueda escoger sus gobernantes sin ataduras ni represiones.

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