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La reforma es necesaria

Desde varios sectores, empezando por el Ministerio de Hacienda, se ha mencionado la posibilidad de adoptar una reforma tributaria. Ante la realidad que estamos atravesando, la pregunta de hoy ya no es si se producirá sino de qué tamaño y qué características deben tener los cambios que se requieren para garantizar la estabilidad de las finanzas públicas.

28 de junio de 2020 Por: Editorial .

Desde varios sectores, empezando por el Ministerio de Hacienda, se ha mencionado la posibilidad de adoptar una reforma tributaria. Ante la realidad que estamos atravesando, la pregunta de hoy ya no es si se producirá sino de qué tamaño y qué características deben tener los cambios que se requieren para garantizar la estabilidad de las finanzas públicas.

Si algo ha demostrado la atención a la pandemia que llegó hace ya más de tres meses, es la solidez de la hacienda pública en Colombia, producto a su vez del manejo serio y prudente que se ha mantenido en las últimas décadas. Resultado de ello es la posibilidad de atender subsidios a las familias que han venido padeciendo el rigor de un confinamiento social estricto, y la asistencia directa o mediante líneas de crédito a varios sectores de la economía.

Más importante aún es la forma en que se ha ampliado el gasto público en todos los niveles de la administración, ya sea el Gobierno nacional, los departamentales y municipales. Son torrentes de apoyos que van desde alimentos hasta la inversión en el sistema hospitalario que garantice una red hospitalaria con capacidad de atender la expansión del contagio, y de recursos destinados a hacer cumplir las decisiones que limitan la actividad social como el instrumento más efectivo para contenerlo.

Aunque hay sin duda amplios sectores que no han podido ser cubiertos como fuera deseable, lo cierto es que el esfuerzo ha sido enorme, y ha probado la capacidad de las finanzas públicas para responder al desafío.
Más aún, cuando muchos rubros como la seguridad y el pago de la nómina oficial se han mantenido, en un esfuerzo jamás realizado en la historia.

Frente a ello, los ingresos fiscales se han ido reduciendo a causa de la contracción de la economía que sólo en abril llegó al 20% del PIB, lo cual ha hecho desparecer en la práctica la llamada regla fiscal que limita el déficit a cifras menores al 2,2%. Ello implica también crecer el endeudamiento oficial para tratar de cubrir las necesidades de liquidez del Estado y de toda la economía, que trata de recuperarse en forma tímida ante la incertidumbre que aún existe sobre el tamaño de la pandemia.

Hay pues una emergencia de grandes magnitudes que debe ser reconocida y enfrentada. Y es de tal tamaño, que demandará drásticas decisiones para impedir que las finanzas públicas se transformen en corto y mediano plazo en enemigas de la estabilidad y obstáculo para la reactivación de la economía nacional y la atención de los programas sociales que atienden todos los niveles del Estado.

Es así una emergencia nacional que demandará un esfuerzo jamás imaginado. Por ello es ineludible abrir el debate franco sobre lo que nos ha costado la pandemia y cómo enfrentaremos la reconstrucción. Es el llamado a un acuerdo nacional para reformar las finanzas públicas tanto en sus ingresos como en sus egresos y en la situación que deberán enfrentar en primer lugar los departamentos y municipios.

Por ello, los cambios son inevitables y debe hablarse de ellos en forma inmediata, llámese reforma tributaria o como se quiera denominar.

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