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La realidad del Valle

Ahora, el asunto es emprender la tarea de administrar con eficiencia al Departamento. Porque si bien tiene un superávit de caja, su estructura administrativa es obsoleta y muchas de sus entidades, la Industria de Licores y la Beneficencia en primer lugar, ya no cumplen el papel que les corresponde como generadores de ingresos.

24 de agosto de 2014 Por:

Ahora, el asunto es emprender la tarea de administrar con eficiencia al Departamento. Porque si bien tiene un superávit de caja, su estructura administrativa es obsoleta y muchas de sus entidades, la Industria de Licores y la Beneficencia en primer lugar, ya no cumplen el papel que les corresponde como generadores de ingresos.

El próximo martes, el Departamento del Valle empezará a desembolsar los dineros que resolverán la situación financiera por la que atraviesan cuatro entidades dedicadas a la cultura y la educación de los vallecaucanos. Sin embargo, la crisis sirvió para conocer la realidad fiscal del Ente, que se debate entre la abundancia de recursos producida por la falta de acción y la urgencia de reformar su estructura para adecuarla a las necesidades de la región. De acuerdo con los informes presentados por la Dirección de Apoyo Fiscal, DAF, del ministerio de Hacienda, al culminar el 2013 el Valle tuvo un superávit de $524.700 millones, causado por ingresos “que no se ejecutaron”. Y si bien debió firmar un acuerdo de pago con sus acreedores, ello no le impide cumplir sus obligaciones que por $11.000 millones tiene con Inciva, la Biblioteca Jorge Garcés Borrero, Incolballet y el Instituto de Bellas Artes, a lo largo del 2014. Según la actual Secretaria de Hacienda, esos aportes empezarán a ser entregados el próximo martes, lo cual da por terminada una crisis que hoy parece inexplicable. Así se despeja la amenaza que significa suspender las transferencias para cumplir obligaciones que el Valle tiene con sus instituciones culturales, algunas de las cuales tienen ochenta años y entre todas prestan un servicio invaluable a miles de vallecaucanos. Ahora, el asunto es emprender la tarea de administrar con eficiencia al Departamento. Porque si bien tiene un superávit de caja, su estructura administrativa es obsoleta y muchas de sus entidades, la Industria de Licores y la Beneficencia en primer lugar, ya no cumplen el papel que les corresponde como generadores de ingresos.Y está también el deber de acabar con el problema que significa el pasivo pensional del Ente Regional. Como es obligatorio emprender una reforma administrativa que adecúe al Valle a sus realidades y le ponga fin a innumerables dependencias y secretarías de despacho que quizás sean útiles para satisfacer apetencias políticas pero no responden a las aspiraciones de los vallecaucanos. Con lo cual se podrá enfrentar también la debacle que padece la red hospitalaria del departamento, empezando por el Hospital Universitario, y a las entidades de educación a su cargo. Mucho se ha discutido sobre la crisis del Departamento. Pero debe decirse también que poco se ha hecho para resolver las causas de ella. Hoy es imposible que se mantengan estructuras pesadas que no responden a los deberes que tiene como entidad pública. Ya no puede ser el tiempo para vivir en busca de acuerdos con los acreedores, o esperando a que entidades como la Industria de Licores se declare en quiebra porque no paga las deudas que ha adquirido y ha perdido el mercado y las ventajas que le ofrece el ser un monopolio. Atrás deben quedar las herencias nefastas que dejaron el clientelismo y la corrupción en el Departamento. Al frente debe estar el reto de cambiar al Valle para que responda a sus realidades y a las necesidades de los vallecaucanos. Así se podrá seguir atendiendo asuntos que como la cultura y la educación son obligaciones principales de cualquier gobierno.

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