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La realidad de la guerra

En efecto, no es un secreto que gran parte de las importaciones que hacen los Estados Unidos de China provienen de empresas o inversionistas estadounidenses que se han establecido allá para...

7 de agosto de 2019 Por: Editorial .

La guerra comercial entre los Estados Unidos y China está mostrando lo que el mundo temía. Y aunque por ahora sus efectos no pueden calificarse como definitivos, ya está claro hasta dónde puede llegar el remezón y cuáles serán sus efectos para economías como la nuestra.

La última semana fue marcada por los anuncios del presidente Donald Trump sobre nuevos aranceles del 10% adicionales y por valor de $300.000 millones de dólares a las importaciones del país asiático y la inmediata reacción de éste, suspendiendo las compras de productos agrícolas de los Estados Unidos, además de devaluar su moneda frente al dólar a los niveles más bajos en los últimos once años. Un toma y dame que produjo un remezón en los mercados accionarios de Wall Street en Nueva York con repercusiones en todas partes del Planeta.

Es otra escalada en la guerra planteada por el Presidente estadounidense para cumplir su promesa de campaña de reducir el déficit que arrastra su país en el comercio bilateral. La confrontación de las dos potencias económicas más grandes está llegando a niveles que pueden desembocar en un retroceso preocupante dentro del camino hacia la globalización que está transitando el mundo desde hace más de dos décadas.

En efecto, no es un secreto que gran parte de las importaciones que hace Estados Unidos de China proviene de empresas o inversionistas estadounidenses que se han establecido allá para aprovechar las ventajas comparativas. Como tampoco es desconocido que el intercambio comercial es producto de decisiones políticas de los gobiernos, lo cual requiere de estabilidad para evitar sobresaltos que pueden desencadenar conflictos en otros campos.

El ejemplo más notable de la última escalada es la reacción que ha producido la decisión de China de devaluar el yuan sin que ello se deba a circunstancias del mercado o a la mala situación de su economía. Fue un acto unilateral del Gobierno chino con carácter político que notifica hasta dónde están dispuestos a llegar en su esfuerzo por defender su economía.

Pero también demuestra la diferencia que existe entre una economía basada en la libertad de empresa y una centralizada en el Estado. En la primera, cualquier cambio como las medidas proteccionistas ordenadas por el presidente Trump repercuten en los mercados. En la segunda, las órdenes del gobierno de Xi Jinping no se discuten ni producen alteraciones en su país.

El resto del planeta sí recibe tales confrontaciones. Además de la posibilidad de que los productos que no compre los Estados Unidos inunden el resto del mundo, se producen hechos como la caída del precio de las acciones y del petróleo ante el temor de una desaceleración global y la apreciación del dólar como refugio ante las vicisitudes que puedan presentarse.

En el caso de Colombia, la confrontación aceleró la devaluación que ya llega al 9% en 15 días, lo que además de beneficiar a los exportadores y causar problemas a los importadores repercute en asuntos como el valor de la deuda pública en divisas. Son las consecuencias de una guerra comercial que no parece tener fin cercano.

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