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La protesta permanente

"...la solución aún no llega a pesar de los esfuerzos que hace el Gobierno Nacional por encontrarle salidas a un movimiento que lo sorprendió, y que algunos han tratado de usar para causar problemas que van mucho más allá de la protesta social".

3 de septiembre de 2013 Por:

"...la solución aún no llega a pesar de los esfuerzos que hace el Gobierno Nacional por encontrarle salidas a un movimiento que lo sorprendió, y que algunos han tratado de usar para causar problemas que van mucho más allá de la protesta social".

Mientras el país recibía con alivio los acuerdos que el Gobierno firmó con los líderes del paro en Nariño y el compromiso de levantar los bloqueos en las carreteras, aún quedan señales inquietantes que no permiten dar un parte de tranquilidad. Es el momento para reclamar la cordura que impide la prolongación indefinida de un movimiento que está causando serios perjuicios a toda la Nación. Lo que hasta ahora ha quedado en claro es la voluntad del presidente Juan Manuel Santos por encontrarle salidas a la protesta y por proponer soluciones de corto y mediano plazo a las peticiones de los campesinos. Demostración de ello es el reconocimiento de la ausencia de una política agropecuaria de largo plazo, la destinación de cuantiosos recursos para ayudar a resolver la crisis por la que atraviesan muchos sectores y la convocatoria a un pacto nacional agrario en el cual deben participar todos los actores de la actividad.Frente a ello, lo que ha surgido es una reacción que amenaza con extender la protesta. Si bien en Nariño se llegó a un acuerdo, en el norte del Valle y la zona cafetera aparece de nuevo el reclamo de los cultivadores del grano que no se sienten satisfechos con lo logrado hasta ahora. Y así como se han anunciado acuerdos con los mineros, ahora revive la protesta de los camioneros que piden respuestas a sus solicitudes sobre la rebaja en el precio del combustible, el alivio de sus costos de operación y las garantías laborales para los conductores. Y no puede decirse que los bloqueos han sido levantados en todo el territorio nacional. Informaciones de los departamentos de Huila, Caquetá, Nariño, de Sevilla en el Valle y de otras regiones dan cuenta de la permanencia del cierre de carreteras o de la asistencia activa de manifestantes que no han procedido al bloqueo debido a la presencia de la Fuerza Pública. Es decir, la solución aún no llega a pesar de los esfuerzos que hace el Gobierno Nacional por encontrarle salidas a un movimiento que lo sorprendió, y que algunos han tratado de usar para causar problemas que van mucho más allá de la protesta social. Todo lo cual da a entender que el país está enfrentado a una situación aún más compleja de lo que se piensa, en la cual el perdedor no es solamente el Gobierno Nacional. Por supuesto, el movimiento ha sido de gran utilidad para tomar conciencia sobre el efecto que ha producido la falta de una política agraria de largo alcance que tenga en cuenta las necesidades y la defensa del campesino. Pero también es cierto que los cambios que se requieren no pueden ser definidos en el corto plazo y a punta de presiones como la parálisis que afecta a todos los colombianos. Por eso hay que pedir que se ponga un límite a la protesta, sobre la base de que el Estado garantiza el cumplimiento de los compromisos que adquiera. Colombia es un país que respeta el reclamo democrático y tiene conciencia de la obligación de escuchar la protesta social. Pero no puede vivir en la protesta permanente e indefinida que crea confusión y empieza a causar daño, así sus orígenes sean justos y deban ser atendidos.

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