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La protesta en Argentina

El gobierno ha reaccionado torpemente al colocar controles a la adquisición de dólares, con lo que impulsó un pánico financiero que recuerda al “corralito” del 2001, en el que millones de argentinos perdieron sus ahorros, con lo que la confianza ciudadana en el gobierno ha descendido dramáticamente. Se ha creado una atmósfera negativa de empobrecimiento y un temor hacia las decisiones gubernamentales.

11 de agosto de 2012 Por:

El gobierno ha reaccionado torpemente al colocar controles a la adquisición de dólares, con lo que impulsó un pánico financiero que recuerda al “corralito” del 2001, en el que millones de argentinos perdieron sus ahorros, con lo que la confianza ciudadana en el gobierno ha descendido dramáticamente. Se ha creado una atmósfera negativa de empobrecimiento y un temor hacia las decisiones gubernamentales.

En su primer gobierno, la presidenta Cristina Fernández mantuvo a la Argentina con un crecimiento económico alto, lo que ocultó las debilidades de su administración y le permitió reelegirse con amplia victoria.Pero los riesgos y las debilidades estaban presentes y los principales gremios económicos avisaron sobre la necesidad de mantener el crecimiento, de controlar el déficit fiscal y generar más empleo. El gobierno desoyó estas advertencias y se empeñó en desestimular la inversión extranjera que, en el marco de la crisis financiera internacional, terminó por lesionar gravemente a la economía del país austral.Según estimaciones, el año pasado el Producto Interno Bruto (PIB) aumentó un 6%, y los pronósticos para 2012 reducen esa cifra a un tercio. Además de un panorama internacional más desfavorable –en especial por la desaceleración económica de su principal socio comercial, Brasil- el país también debe lidiar con un creciente déficit financiero y una escasez energética que le obliga a importar combustible, lo que impacta su balanza comercial.Las cifras disponibles muestran un “enfriamiento” de la industria, mientras la producción agropecuaria continúa sobreviviendo con un escaso margen de rentabilidad, que desestimula a los productores. La consecuencia es la disminución de los recaudos tributarios y el concomitante aumento del déficit fiscal. Y el gobierno pretende seguir gastando en políticas populistas como si nada pasara.Una consecuencia es la inflación que ya ronda el 22% y la pérdida de poder adquisitivo de los asalariados y sectores medios de la población. Este empobrecimiento ha llevado a que muchos argentinos defiendan sus ingresos convirtiendo a dólares sus ahorros, lo que ha causado alarma por los retiros masivos de los bancos.El gobierno ha reaccionado torpemente al colocar controles a la adquisición de dólares, con lo que impulsó un pánico financiero que recuerda al “corralito” del 2001, en el que millones de argentinos perdieron sus ahorros, con lo que la confianza ciudadana en el gobierno ha descendido dramáticamente. Se ha creado una atmósfera negativa de empobrecimiento y un temor hacia las decisiones gubernamentales.Por eso aumentan las protestas ciudadanas en todos los frentes; desde junio pasado comenzaron movilizaciones de trabajadores que culminaron en un paro general; y en la actualidad se vive una huelga de médicos, que se quejan por la desatención del gobierno con las necesidades del sector salud; los empleados del metro de Buenos Aires continúan en un paro indefinido pidiendo alzas salariales para compensar la inflación; y los productores lecheros se levantan contra las restricciones y controles a la comercialización de los lácteos.Todo el andamiaje del kirchnerismo en el poder parece venirse abajo y las medidas que pretenden “bloquear” a Argentina frente al mercado internacional tan sólo agravan la crisis. Es la consecuencia del populismo, manifestado en nacionalizaciones, hostigamiento a empresarios privados, y gasto desbordado en programas asistencialistas. Los argentinos están pagando caro el alineamiento de su Presidenta con el eje del Alba.

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