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La primera ronda

El pasado jueves terminó la primera ronda de las negociaciones entre el Gobierno Nacional y el ELN. A juzgar por el comunicado conjunto y las palabras de los jefes de las delegaciones, por fin se puede hablar de un proceso en marcha para acabar con la violencia del grupo guerrillero.

9 de abril de 2017 Por: Editorial .

El pasado jueves terminó la primera ronda de las negociaciones entre el Gobierno Nacional y el ELN. A juzgar por el comunicado conjunto y las palabras de los jefes de las delegaciones, por fin se puede hablar de un proceso en marcha para acabar con la violencia del grupo guerrillero.

Los términos del comunicado sugieren que el ELN acepta el Derecho Internacional Humanitario como el camino para reducir lo que se ha dado en llamar la intensidad del conflicto. Bajo esa premisa y aunque se sigue apelando al lenguaje y a los procedimientos complejos del acuerdo marco, se anuncia que en la próxima ronda se puede iniciar la reducción de atentados contra la población civil.

Esa es precisamente una de las principales motivaciones de una negociación de paz. Y lo que ha estado sucediendo es que el grupo guerrillero ha intensificado sus acciones contra comunidades en el Chocó, en el Cauca y en Nariño, originadas todas en el interés de las facciones que lo conforman por tomar control de los cultivos ilícitos y la cadena del narcotráfico.

Así lo demuestra el terrible drama humanitario que debieron padecer comunidades asentadas en el San Juan, donde la ambición por quedarse con los negocios que antes manejaban las Farc y la disputa con bandas criminales por ese control mostraron el más absoluto desprecio por los Derechos Humanos. Claro, allí no está en juego una motivación política sino y ante todo el ánimo de lucro, con sin importar lo que suceda con los colombianos más humildes.

Igual pasó en el atentado que cometieron contra reporteros de El País que viajaron a la vereda de Huisitó, municipio de El Tambo, en el departamento de El Cauca. Al arrebatarles sus elementos de trabajo y expulsarlos con amenazas y fusiles, los integrantes del ELN pretendieron impedir que nuestros periodistas contaran la verdad sobre el mar de coca que se ha sembrado en la zona, sobre el control militar que ejerce la guerrilla y lo difícil que será conciliar la búsqueda de paz con un grupo cada vez más sumido en el negocio de las drogas ilícitas.

Hace pocos días, La Fuerza Pública recurrió al bombardeo en una zona del Catatumbo para terminar con el terror que sembraba allí otra facción del ELN. Con ello, el Estado volvió a hacer uso de la fuerza legítima para combatir a quienes aprovechan la complejidad de la geografía colombiana para cometer sus fechorías contra la sociedad.

Quizás sea esa la razón por la cual los jefes del ELN empiezan a insinuar el respeto al Derecho Internacional Humanitario. Eso es lo que se puede colegir del punto uno del comunicado: “El propósito del subpunto 5f es proteger a las personas no combatientes y a la población civil, de los efectos que el conflicto armado les causa, mediante acciones o acuerdos de carácter humanitario, de conformidad con el Derecho Internacional Humanitario, y en consecuencia disminuir la intensidad del conflicto”.

Igual sucede con el tímido anuncio de que trabajarán “en un proceso para desarrollar un programa piloto de desminado humanitario”. Es decir, al ELN le parece un progreso para todos el que piensen en desactivar el terror absurdo que han sembrado en el territorio colombiano.

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