El pais
SUSCRÍBETE

La pesadilla de Nicaragua

El litigio continúa en la sinsalida, mientras Colombia sigue expuesta a que su plataforma continental sea cercenada si prospera la segunda demanda, y a que sea objeto de sanciones internacionales en caso de que se falle a favor de Nicaragua la última de las demandas, la presentada un día antes de que se cumpliera el año de la denuncia de la convención de Bogotá que nos unía a la Corte.

29 de noviembre de 2013 Por:

El litigio continúa en la sinsalida, mientras Colombia sigue expuesta a que su plataforma continental sea cercenada si prospera la segunda demanda, y a que sea objeto de sanciones internacionales en caso de que se falle a favor de Nicaragua la última de las demandas, la presentada un día antes de que se cumpliera el año de la denuncia de la convención de Bogotá que nos unía a la Corte.

Una nueva demanda, la tercera en línea, presentó Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia contra Colombia. Con ella nos obligarán a reconocer el primer fallo que le arrebató a nuestro territorio una apreciable extensión y fraccionó de manera por demás absurda el archipiélago de San Andrés y Providencia.Según los documentos hasta ahora conocidos, el vecino centroamericano acusa al gobierno colombiano de tratar de desconocer el fallo y amenazar con acciones violentas. Con lo cual está acusándolo de desacato y exponiendo a nuestro país a que sea llevado ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La consecuencia inmediata será que Colombia entrará en la lista de los países que desconocen el Derecho Internacional.Dice la Cancillería colombiana que “Nicaragua se ha vuelto un mal vecino”, por su insistencia en usar la Justicia Internacional para hacer valer sus pretensiones, con la razón o sin ella. Y en reacción a la última demanda, llamó a consultas a la Embajadora en Managua a manera de protesta que no tiene resultado práctico alguno. También reitera que nuestro Gobierno no desconoce el fallo inicial, pero mantiene la posición de que es inaplicable por cuanto modifica nuestros límites. Es decir, el litigio continúa en la sinsalida, mientras Colombia sigue expuesta a que su plataforma continental sea cercenada si prospera la segunda demanda, y a que sea objeto de sanciones internacionales en caso de que se falle a favor de Nicaragua la última de las demandas, la presentada un día antes de que se cumpliera el año de la denuncia de la convención de Bogotá que nos unía a la Corte. Todo un cerco de carácter jurídico que el gobierno de Daniel Ortega completó autorizando el patrullaje de Estados Unidos y Rusia en las aguas objeto de disputa. Y los grandes perdedores han sido los habitantes de San Andrés y Providencia que apenas ahora oyen promesas de inversiones que demuestren la intención del gobierno de Bogotá de ejercer soberanía en esa región, tan colombiana. Y mientras tanto, Colombia parece más aislada. Por supuesto, es irrelevante que se le reclame al “mal vecino”, el que no se haya quejado ante nuestro Gobierno por algún maltrato o cualquier abuso contra pescadores nicaragüenses. Es que no era necesario. Pero si era previsible, y muy notorio, que Nicaragua iba a recurrir de nuevo a las instancias internacionales para reclamar el cumplimiento de una sentencia que, gústenos o no, la beneficia. Lo cual debe indicar a las claras que a nuestro cargo estará la obligación de establecer una negociación directa, si queremos evitar males mayores. ¿Qué hacer entonces? Por supuesto, hay que responder las demandas con el cuidado que merece el tener que tramitarlas ante una Corte Internacional que ha recibido toda clase de acusaciones y descalificaciones de parte de nuestro gobierno y de la opinión nacional. Pero, ante todo, es hora de llamar a la unión sincera, de sacar el asunto de la contienda política y decirles la verdad a los colombianos sobre lo que nos espera y lo que debemos hacer para terminar de una vez por todas con la pesadilla de Nicaragua.

AHORA EN Editorial