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La pelea del año

Como si se tratara de una final en el mundial de fútbol, los brasileños esperaron el interrogatorio que por cinco horas adelantó el juez Sergio Moro al expresidente Luis Inácio Lula Da Silva, por el escándalo de corrupción de Petrobras.

14 de mayo de 2017 Por: Editorial .

Como si se tratara de una final en el mundial de fútbol, los brasileños esperaron el interrogatorio que por cinco horas adelantó el juez Sergio Moro al expresidente Luis Inácio Lula Da Silva, por el escándalo de corrupción de Petrobras. Se trató del encuentro entre el político más popular de Brasil y uno de los juristas con mejor imagen en el país, que se atrevió a enfrentarse con un entramado de corrupción que parecía intocable.

Es la primera vez que Lula declara por cualquiera de las investigaciones que tiene abiertas en el entramado de corrupción de Petrobras. Aunque el expresidente negó las acusaciones que lo señalan por recibir un apartamento de tres plantas propiedad de una constructora privada que a cambio obtuvo contratos públicos, el pulso no ha terminado.

Lula lo sabe bastante bien. Como viejo zorro, ha tratado de llevar la investigación al terreno político y ha convertido la investigación judicial en una suerte de medición de fuerzas, en la que pretende hacer valer su arraigo popular y lo que podría pasar en caso de producirse un fallo en su contra.

Pero el juez Moro no cedió. Y Lula, en lugar de optar por la prudencia que indicaría un momento tan complejo en la historia de Brasil, optó por hacer gala de su populismo. Venidos desde diferentes ciudades del país, sus simpatizantes se reunieron en la plaza principal de Curitiba para escuchar las arengas del expresidente y su encendido discurso en el que fustigó a las élites que quieren doblegarlo.

Lo que se viene no es de poca monta. Lula, de acuerdo con recientes encuestas, lidera la intención de voto presidencial para las elecciones del próximo año. Para muchos en Brasil, Lula Da Silva es el héroe que cuando fue presidente lideró el mejor momento del país en décadas, a pesar de los vergonzosos escándalos por corrupción en los que está involucrado.

Si Lula es declarado culpable no podrá presentar su candidatura, lo que desataría la furia del expresidente y provocaría un incierto escenario. Por eso moviliza sus partidarios para mostrar su poder con el rechazo a la supuesta persecución contra el político de izquierda.

Con esto es evidente su intención de enviar un mensaje a sus contendores, incluyendo al reputado juez Moro, convertido hoy en su gran enemigo. Por su parte, el jurista no se ha amedrentado y en este particular momento que vive Brasil también cuenta con sus partidarios, a los que envía mensajes por redes sociales para que no caigan en el juego de Lula.

Y en medio de este panorama, un gobierno impopular como el de Michel Temer, con la mitad de su gabinete también investigado, ha enderezado paulatinamente los indicadores económicos, con mejorías en la producción industrial y en la proyección inflacionaria.

Estos logros, sin embargo, pueden cambiar dramáticamente en los próximos meses dada la inestabilidad política y social en el que se encuentra el coloso suramericano. De la grandeza de sus líderes, la claridad que arrojen las investigaciones y el esfuerzo por cambiar la política para reconstruir la confianza dependerá en gran parte el futuro de esta Nación.

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