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La otra cara de Europa

Varios son factores internos, casi culturales. En primer lugar la convicción del alemán de que no puede gastar más allá de lo que gana. Para ellos endeudarse es un síntoma de que las cosas no van bien, lo que se hace extensivo a las empresas, por lo que tanto la ciudadanía como el sector productivo es casi inmune a las crisis financieras que afectan la capacidad crediticia de la banca.

21 de agosto de 2012 Por:

Varios son factores internos, casi culturales. En primer lugar la convicción del alemán de que no puede gastar más allá de lo que gana. Para ellos endeudarse es un síntoma de que las cosas no van bien, lo que se hace extensivo a las empresas, por lo que tanto la ciudadanía como el sector productivo es casi inmune a las crisis financieras que afectan la capacidad crediticia de la banca.

Mientras griegos, españoles, portugueses e irlandeses se debaten en grandes dificultades, sufriendo altas cifras de desempleo y recortes en servicios sociales causados por la tendencia a gastar y endeudarse, hay un país cuyos niños pasan menos tiempo en la escuela y sus padres menos tiempo en el trabajo.No se trata de Finlandia, Holanda o Suecia, países emblemáticos en el funcionamiento del Estado de Bienestar. Es Alemania, el sostén de Europa y la Nación que arrastra tras de sí a la economía de la Eurozona. ¿Qué factores explican su éxito, en contraste con las debilitadas económicas de sus vecinos?Varios son factores internos, casi culturales. En primer lugar la convicción del alemán de que no puede gastar más allá de lo que gana. Para ellos endeudarse es un síntoma de que las cosas no van bien, lo que se hace extensivo a las empresas, por lo que tanto la ciudadanía como el sector productivo es casi inmune a las crisis financieras que afectan la capacidad crediticia de la banca. También generan una gran capacidad de ahorro que les permite pasar sin mayores dificultades las épocas de 'vacas flacas' y contar con excedentes de capital para invertir cuando se presentan buenas oportunidades, lo que por lo general coincide con las dificultades de los países en los que la política de “endeudarse y gastar” es la norma.En segundo lugar, la idea de que es más importante el empleo que los altos salarios. Así, la reforma laboral alemana se orientó a reducir las horas de trabajo, con lo que ellos ganaban menos pero garantizaban su trabajo, al mismo tiempo que permitían el ofrecimiento de nuevos cupos de empleo a los nuevos trabajadores. Para los alemanes fue preferible la tranquilidad social y la estabilidad laboral frente a la pérdida de un porcentaje de ingresos.En tercer lugar, y tal vez lo más significativo, un sistema educativo orientado hacia el trabajo y la formación tecnológica. Los muchachos alemanes pasan cada vez menos tiempo en la escuela formal y más en pasantías en las empresas, y en la formación en institutos tecnológicos. En Alemania la educación técnica y tecnológica no es apreciada como de ‘segundo nivel’, sino tan importante como la universitaria. Un tecnólogo en sistemas es tan apreciado como un doctor en computación. De allí que los jóvenes de la educación media encuentren pronto empleos calificados y aporten ingresos frescos a la economía familiar.En cuarto lugar, un factor internacional no menos importante, la integración europea. Para Alemania, cuya moneda, el marco, era más fuerte que las monedas de sus vecinos, la creación del euro como moneda común redundó en claros beneficios. Sus productos se pueden vender a precios muy competitivos, y el excedente de capital le posibilitó inversiones rentables en las demás economías de la Eurozona. De allí que para su canciller, Ángela Merkel, resulte clave mantener la estabilidad de la Unión Europea y cargar con los ‘bacalaos’ que “vacacionaron mucho y trabajaron poco” como ella lo dijo para referirse a los países del sur de Europa.En medio de la crisis, el éxito alemán es una luz de la que hay que aprender.

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