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¿La nueva decepción?

Lo que se debate en Katowice es la urgencia de tener un plan de trabajo coherente y cohesionado que le dé un norte al mundo en su lucha contra el calentamiento global.

7 de diciembre de 2018 Por: Editorial .

Las primeras conclusiones de la COP24, la Cumbre del Clima que se realiza en Katowice, Polonia, revelan lo obvio: los esfuerzos para evitar que la temperatura global aumente a niveles insostenibles están siendo insuficientes. Ello quiere decir que el Acuerdo alcanzado hace tres años en París se ha quedado en buenas intenciones y que para actuar no se necesita de un gran consenso sino de la determinación individual de hacer las cosas como se debe.

Dos informes presentados en los primeros días de la Cumbre muestran una radiografía que no deja dudas sobre el poco impacto que están teniendo las acciones para reducir las causas del cambio climático. La tendencia a la baja de las emisiones contaminantes registrada entre 1990 y 2016, se reversó el año pasado cuando se incrementó en un 1,6% la producción de gases de efecto invernadero, cifra que subirá según las proyecciones otro 2,7% en el 2018.

De continuar esa trayectoria será imposible cumplir con el compromiso firmado hace tres años en la capital francesa por 198 países, con el propósito de evitar que la temperatura suba más de 2 grados centígrados en este siglo. La realidad es que esa meta está lejos de alcanzarse y nada indica que existan ni la voluntad ni los recursos financieros para lograrlo.

Lo que se debate en Katowice es la urgencia de tener un plan de trabajo coherente y cohesionado que le dé un norte al mundo en su lucha contra el calentamiento global. Como lo dijo durante la inauguración de la COP 24 el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, este ya no es tiempo de negociaciones sin fin sino de decir qué se va a hacer y cómo se va a financiar, que es el otro gran escollo a superar.

El problema es lograr el consenso en ese sentido durante una reunión que se enfrenta al peor clima político en lo que respecta al cambio climático. No sólo es que el Presidente de Estados Unidos, el país que más aporta a la emisión de dióxido de carbono, sea un negacionista que retiró a su Nación del Acuerdo de París e insiste en que no hay tal aumento de temperaturas. También está la posición del mandatario Jair Bolsonaro de Brasil, quien pese a dirigir al país donde se encuentra el gran pulmón verde del Planeta, la Amazonía, ha sentado su posición al acabar el Ministerio del Medio Ambiente y al renunciar a la COP25 que debía hacerse el próximo año en territorio brasileño.

Si a ello se suman los momentos de tensión que se viven en Francia por las huelgas, lo que ha hecho que el presidente Emanuel Macrón deje a un lado el protagonismo que ha tenido al liderar el Acuerdo de París, es difícil augurar que del COP 24 saldrá el acuerdo de acciones que se requiere para conseguir las metas pactadas en Francia. Por ello, la esperanza es que de forma individual cada nación honre sus compromisos y trabaje sin depender de los avances de los demás.

Claro, se necesita que al Fondo Verde del Clima lleguen antes del año 2020 los 100 millones de dólares prometidos para mitigar el cambio climático, que debieran también ayudar a que se agilice la transición hacia las energías limpias. Pero lo real es que hoy, tres años después del consenso alcanzado en Francia, todo es una incertidumbre que ojalá no se convierta en decepción como pasó con el Acuerdo de Kyoto. El Planeta y las futuras generaciones no lo perdonarían.

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