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La locura del terror

Ahora es Alemania la que debe padecer el terrorismo, producto de la locura que quiere llenar de miedo y confusión al mundo. Ese país, que como pocos en la Unión Europea ha mostrado su disposición a recibir a los inmigrantes, es de nuevo la víctima de turno.

21 de diciembre de 2016 Por:

Ahora es Alemania la que debe padecer el terrorismo, producto de la locura que quiere llenar de miedo y confusión al mundo. Ese país, que como pocos en la Unión Europea ha mostrado su disposición a recibir a los inmigrantes, es de nuevo la víctima de turno.

El terrorismo con todas sus consecuencias de muerte, destrucción y desconcierto, reapareció en Berlín, como si fuera una advertencia a su apertura para recibir los desplazados por la guerra en Siria contra el Estado Islámico. Es la repuesta que en este año ha dejado centenares de víctimas en Oriente Medio y Europa, respondiendo con sangre la búsqueda de la concordia universal.El ataque fue similar al cometido hace medio año en Niza, Francia. En el caso de la capital alemana, un camión fue dirigido contra un mercado navideño en la Breidscheidtplatz, arrolló a quienes encontró a su paso y dejó quince muertos y 48 heridos, muchos de gravedad. Fue la concreción de un ataque anunciado, tejido y al parecer inevitable que de nuevo llena de tristeza a Alemania y siembra el desconcierto.Sus autores materiales aún no han sido identificados. Pero ya se sabe que fue el EI, el mismo que durante el 2016 ha producido similares tragedias en el aeropuerto de Bruselas, dos en Ankara, uno en el aeropuerto de Estambul, o en Niza, tres en Estados Unidos. Igual, sus crímenes han llegado a El Cairo, a Iraq, a Yemen en dos oportunidades durante lo que va de diciembre. El saldo son 550 muertos, más de mil heridos y decenas de países destrozados por la angustia que causa el terrorismo indiscriminado. Esa es la respuesta de los fundamentalistas islámicos al cerco que, encabezado por Occidente, ha rodeado el califato que pretenden establecer en territorios de Siria e Iraq. Sumado al asesinato del embajador de Moscú ante el gobierno de Turquía, esa es su manera de responder a la ofensiva militar que se desarrolla para acabar con su terror y de aprovechar la división creciente entre la Rusia de Vladimir Puttin que pretende pescar en el río revuelto de la guerra civil en contra de su aliado Bassar Al Assad en Siria, y que ha tenido en la destrucción de Alepo la peor expresión de barbarie en los últimos años.Ahora es Alemania la que debe padecer el terrorismo, producto de la locura que quiere llenar de miedo y confusión al mundo. Ese país, que como pocos en la Unión Europea ha mostrado su disposición a recibir a los inmigrantes, es de nuevo la víctima de turno. Una insania que se aplica cuando sus autores tienen certeza de no poder triunfar, y se satisfacen con la destrucción y la venganza. Y que no tendrá final, si el mundo civilizado no se pone de acuerdo para acabar con la peor amenaza contra sus ciudadanos.El balance muestra que el terrorismo ha sido uno de los grandes protagonistas de este 2016, comandado casi siempre por el Estado Islámico que aprovecha las fisuras entre los gobiernos para asestar sus golpes. Aeropuertos, parques, calles, plazas, discotecas, fueron el blanco escogido de los fanáticos que insisten en tener un mandato divino para destruir la civilización occidental y apoderarse de Oriente Medio para imponer el regreso al oscurantismo religioso. Ponerse de acuerdo y superar las ambiciones particulares para derrotar esa locura es el desafío más importante para la humanidad, antes de que sea demasiado tarde.

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