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La llegada del Niño

¿Están preparados Cali y Colombia para enfrentar la oleada de incendios que se presentaría cuando las temperaturas superen los 35 grados centígrados, como ha previsto el Ideam? ¿Se acogieron las recomendaciones para racionalizar el uso del agua y de energía con el fin de evitar un desabastecimiento en los meses que vienen, en especial en los 391 municipios que se encuentran en alto riesgo?

14 de diciembre de 2018 Por: Editorial .

No es el Niño Dios. Con el anuncio sobre el final de la temporada de lluvias, las autoridades meteorológicas y ambientales también avisaron que el fenómeno de El Niño ya está entrando al país. Es de esperar que las alertas enviadas con anticipación hayan servido para tomar las medidas necesarias que permitan a los municipios y departamentos afrontar sus efectos.

Desde mediados de este año tanto el Ideam como los ministerios de Agricultura, Vivienda y Medio Ambiente informaron sobre la alta probabilidad de que el evento climático afectara al país a partir de diciembre y durante el primer trimestre del 2019. Ya hay certeza sobre ello y se espera que en los próximos meses se presenten en la mayor parte del territorio nacional sequías extremas, que traerían como resultados un aumento en los incendios forestales, heladas durante la madrugada que pueden dañar los cultivos y el riesgo de desabastecimiento de agua o de energía eléctrica.

La situación se prevé similar a la que se vivió a finales de 2015 y principio de 2016 cuando las altas temperaturas, causadas por el calentamiento de las aguas tropicales del océano Pacífico, provocaron serios estragos con consecuencias económicas y sociales que sintió buena parte de la población. No están lejos, por ejemplo, esos días en que el norte del Valle padeció durante semanas por el racionamiento de agua potable debido a la disminución del caudal de los ríos y del embalse Sara Brut, de donde se abastecen los acueductos de varios municipios y se irrigan los campos agrícolas de la región.

Con el Niño también aumentan las probabilidades de incendios forestales, aún más intensos y en mayor cantidad que durante un verano común. Cali es testigo del daño que esas conflagraciones, causan a sus cerros tutelares o a las zonas de reserva natural, y difícilmente resistirá que en los próximos meses se presenten más quemazones como la que sufrió la loma de Cristo Rey, donde en un día se perdieron 114 hectáreas de bosque seco.

¿Están preparados Cali y Colombia para enfrentar la oleada de incendios que se presentaría cuando las temperaturas superen los 35 grados centígrados, como ha previsto el Ideam? ¿Se acogieron las recomendaciones para racionalizar el uso del agua y de energía con el fin de evitar un desabastecimiento en los meses que vienen, en especial en los 391 municipios que se encuentran en alto riesgo? Ojalá así sea y no se repitan las experiencias del pasado, ni la llegada de El Niño signifique otro incremento de las tarifas de energía para los colombianos, como ocurrió hace tres años porque las hidroeléctricas no tuvieron forma de abastecer la demanda.

Es de esperar que los planes de contingencia se hayan activado con la debida anticipación, que se haya dispuesto de los recursos necesarios para ello y que cada oficina local y departamental de prevención y atención de riesgos esté prepara para actuar en caso de que sea necesario. Si no se ha hecho, Colombia vivirá otra experiencia, costosa y seguramente dolorosa, por no haber actuado a tiempo.

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