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La ley de regalías

"Reordenar las regalías es entonces una necesidad nacional. De ellos dependerá en gran parte que Colombia ordene sus finanzas y evite las consecuencias nocivas de una bonanza como la que ya empezó y cuyos efectos se sienten. Y de obligar al Ejecutivo a cumplir su promesa de repartir la riqueza en la provincia".

10 de junio de 2011 Por:

"Reordenar las regalías es entonces una necesidad nacional. De ellos dependerá en gran parte que Colombia ordene sus finanzas y evite las consecuencias nocivas de una bonanza como la que ya empezó y cuyos efectos se sienten. Y de obligar al Ejecutivo a cumplir su promesa de repartir la riqueza en la provincia".

Ayer, el Congreso de la República adoptó una de las decisiones más trascendentales para el equilibrio de las regiones colombianas, para la estabilidad de la economía y para cerrar la llave de la corrupción que se queda con preciosos recursos que bien administrados pueden significar la posibilidad de salir del atraso para millones de compatriotas. Es la Ley de Regalías, que lejos de un despojo cometido contra 17 de los 33 departamentos y 60 de los 1.100 municipios que reciben el 95% de los recursos, es una oportunidad inmensa para financiar un desarrollo más equilibrado, al abrir la posibilidad de que regiones como el Pacífico se beneficien de los recursos minerales y petroleros. Con lo cual se logra adecuar la legislación a las nuevas realidades del país.En efecto, la situación de 1991, cuando la Constitución estableció la forma de distribuir las regalías mediante los artículos 360 y 361, es muy distinta a la de hoy, cuando se espera que Colombia reciba US$80.000 millones en el próximo decenio, impulsada por una inversión de US$57.000 millones en los próximos cuatro años. Y que ya se está traduciendo en fenómenos como la revaluación del peso con la consecuente pérdida de competitividad para los productores colombianos y un aumento de las importaciones que desequilibra y golpea sectores críticos como la generación de empleo.En esas condiciones, la reforma es necesaria para frenar lo que se está convirtiendo en una pesadilla para la economía y la generación de empleo mediante la industria exportadora. Y sobre todo, para contener los aterradores fenómenos de corrupción que se han apropiado de billones de pesos en los municipios y departamentos donde se explota la riqueza del subsuelo. Reordenar las regalías es entonces una necesidad nacional. De ellos dependerá en gran parte que Colombia ordene sus finanzas y evite las consecuencias nocivas de una bonanza como la que ya empezó y cuyos efectos se sienten. Y de obligar al Ejecutivo a cumplir su promesa de repartir la riqueza en la provincia, la forma de evitar que Colombia continúe por la senda de un centralismo nocivo que reparte prebendas para que sean festinadas por la voracidad del clientelismo en las regiones y municipios.De otra parte, la forma en que quedaron distribuidos los ingresos denota el interés por lograr un beneficio para toda Colombia, al destinar el 10% para el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación; otro 10% para ahorro pensional territorial y hasta un 30% para el Fondo de Ahorro y Estabilización. Los recursos restantes se distribuirán en un porcentaje equivalente al 80% para los Fondos de Compensación Regional, y de Desarrollo Regional.La ley que reordena las regalías es una oportunidad de la cual dependerá en gran parte que la Nación organice sus finanzas y evite las consecuencias nocivas de una bonanza en pleno desarrollo. Y para apoyar a la provincia con cuantiosos recursos para financiar proyectos de desarrollo. De la gestión de alcaldes y gobernadores dependerá que Colombia consiga una repartición más armónica de su riqueza natural.

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