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La lección de Costa Rica

Costa Rica es un ejemplo de lo que puede y debe hacer Colombia. Los dos países comparten similitudes en sus condiciones geográficas, climáticas y en cuanto a recursos naturales. La riqueza colombiana es mayor en ecosistemas, pisos térmicos o cantidad de fuentes de agua, lo que significa un potencial aún más alto que el de la nación centroamericana para la generación eléctrica sostenible.

24 de noviembre de 2017 Por: Editorial .

Costa Rica le está dando ejemplo al mundo al completar 300 días generando el 99,63% de su energía a partir de fuentes renovables. Así demuestra que la voluntad es la clave para lograr progresos y que no hay que ser una potencia para emprender las acciones necesarias para detener el cambio climático.

El récord alcanzado por el país centroamericano lo pone a la vanguardia internacional, incluso por encima de Suecia que hasta no hace mucho lideraba el cambio hacia las energías renovables obteniendo de ellas el 51% de la electricidad que consume. Los costarricenses también se llevan las palmas en comparación con naciones como Estados Unidos, donde esa producción limpia apenas alcanza el 15% y ya superaron a China que se ha trazado la meta de llegar al 20% de su generación total en el año 2020.

Para Costa Rica el compromiso no nació ayer ni se circunscribe a su promesa de cumplir los acuerdos mundiales sobre el cambio climático, como el firmado en París hace dos años que pretende evitar un aumento superior a los dos grados centígrados de la temperatura global en lo que resta de este siglo. Desde hace un par de décadas ese pequeño Estado emprendió la tarea de defender el tesoro invaluable que tiene en sus riquezas naturales.

Además de asegurar la conservación de sus ecosistemas, el país encontró el equilibrio entre turismo y medio ambiente basado en el respeto a la naturaleza y la sostenibilidad. Hace seis años dio otro paso al iniciar su camino hacia la producción de energías renovables, aprovechando sus condiciones geográficas, climáticas y naturales. Con un sistema hidrológico que recorre todo su territorio y con precipitaciones que superan la media mundial, le es posible generar la mayor parte de su energía a partir de centrales hidroeléctricas, mientras una cuarta parte proviene de plantas geotérmicas, eólicas, solares y de biomasa.

Ser un país de apenas cinco millones de habitantes sin duda ha facilitado el proceso de conversión. Pero lo más importante ha sido la voluntad política de los gobiernos recientes para entender la urgencia de actuar motivados por la conservación del medio ambiente, de disponer de los recursos necesarios y dar el salto sin temores hacia la producción de energías limpias.

Costa Rica es un ejemplo de lo que puede y debe hacer Colombia. Los dos países comparten similitudes en sus condiciones geográficas, climáticas y en cuanto a recursos naturales. La riqueza colombiana es mayor en ecosistemas, pisos térmicos o cantidad de fuentes de agua, lo que significa un potencial aún más alto que el de la nación centroamericana para la generación eléctrica sostenible. El Valle intenta ponerse a la vanguardia aprovechando sus condiciones para producir energía solar así como haciendo de la biomasa una industria alternativa.

Los costarricenses han demostrado que se pueden dejar de lado la timidez o el temor a la hora de frenar el cambio climático y actuar en favor del medio ambiente, el factor más importante en la preservación de la especie humana. Como lo dijo su presidente, “la vida sin combustibles fósiles es de hecho posible”.

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