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La guerra es en el Cauca

"...ante la implacable persecución que han sufrido las Farc y el narcotráfico en el oriente colombiano, el Cauca y la región suroccidental son ahora las víctimas escogidas por las organizaciones criminales para defender sus negocios y escapar de las autoridades legítimas".

5 de marzo de 2011 Por:

"...ante la implacable persecución que han sufrido las Farc y el narcotráfico en el oriente colombiano, el Cauca y la región suroccidental son ahora las víctimas escogidas por las organizaciones criminales para defender sus negocios y escapar de las autoridades legítimas".

Si alguna duda quedaba, los seis ataques de la última semana son la demostración de que las Farc y el resto de bandas criminales están empeñadas en mantener al suroccidente colombiano, en especial al departamento del Cauca, en el fortín de sus delitos. Por eso, la decisión del Gobierno Nacional de aumentar y consolidar la presencia de la Fuerza Pública es la esperada respuesta a los clamores de sus habitantes que piden acabar con la guerra declarada por el crimen. Es claro que, ante la implacable persecución que han sufrido las Farc y el narcotráfico en el oriente colombiano, el Cauca y la región suroccidental son ahora las víctimas escogidas por las organizaciones criminales para defender sus negocios y escapar de las autoridades legítimas. Las agrestes montañas que dominan el centro del país y su vecindad con el mar Pacífico, donde a su vez existe la selva inexpugnable, han convertido a la región en corredor por donde mueven sus cargamentos de drogas ilícitas, sus alijos de armas y explosivos y los dineros que recogen del crimen. Ante esa realidad, nada puede ser más peligroso que ignorar la amenaza que se cocina en las montañas del Cauca, en el sur de ese departamento y en la selva que lo une con el mar de Balboa. Es que ahí está el jefe máximo de las Farc y quizás el último reducto de importancia de ese grupo. Y ahí confluyen las bandas de los Rastrojos y el narcotráfico, formando una trilogía siniestra que algunas veces se mata entre sí y la mayoría de las ocasiones actúa como una sociedad del crimen que practica el terrorismo, sembrando muerte y destrucción en su ambición de riqueza.Desde hace algunos años, el Gobierno se ha empeñado en responder al desafío que plantea esa asociación criminal, creando la Fuerza de Tarea Conjunta del Pacífico, trasladando el Batallón Pichincha de Cali a Popayán y concentrando efectivos policiales y de inteligencia. Su tarea ha sido fructífera, a pesar de las dificultades que presenta una zona densamente poblada, tradicionalmente olvidada por el Estado y expuesta a la presencia de organizaciones armadas de todo género. Pero el miedo sigue haciendo estragos, y los ataques, cada vez más descarados y letales, reviven las oscuras épocas del desafío de las Farc y el narcotráfico, hace una década.Asaltos y voladuras a bancos, emboscadas, hostigamientos y extensos sembrados de minas para detener el accionar de las autoridades, son casi el pan de cada día de los caucanos. Una estrategia que lleva muchos años y ha dejado muchas víctimas, en tanto los municipios y la Gobernación se debaten en condiciones difíciles por su falta de recursos y su enormes limitaciones para atender las comunidades.El presidente Juan Manuel Santos estuvo ayer en Caloto, donde los ataques asesinos de las Farc son ya consuetudinarios. Allí expresó la solidaridad de la Nación con el Cauca y la decisión de su Gobierno de enfrentar hasta ponerle fin a la delincuencia organizada, encabezada por las Farc en ese territorio. Su decisión será respaldada por los colombianos que anhelan rescatar a ese Departamento y al suroccidente del país de las garras del crimen y la violencia.

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