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La dictadura reacciona

Lo que está sucediendo es el desconocimiento de esfuerzos que por décadas ha hecho Turquía para formar parte de la UE. Ahora, lo que se está presentando es además la expresión de un caudillo influenciado por sus creencias religiosas que pretende lograr el silencio mediante el chantaje.

29 de noviembre de 2016 Por:

Lo que está sucediendo es el desconocimiento de esfuerzos que por décadas ha hecho Turquía para formar parte de la UE. Ahora, lo que se está presentando es además la expresión de un caudillo influenciado por sus creencias religiosas que pretende lograr el silencio mediante el chantaje.

Era de esperar que el voto mayoritario en el Parlamento Europeo que propone frenar la adhesión de Turquía a la Unión Europea produjera la reacción airada del presidente Tayyip Erdogan.Por eso no debe sorprender que, en retaliación a la determinación tomada en Bruselas por 479 de los 611 integrantes del Parlamento, el dictador turco amenace con abrir las fronteras de su país para que tres millones y medio de refugiados, procedentes casi todos de Siria, busquen destino en Europa.Es su reacción a la resolución, que si bien no tiene carácter vinculante, sí demuestra el rechazo a las prácticas absolutistas que persiguen a los disidentes y ahogan la libertad de prensa. Esa decisión es también producto de la alineación del presidente de Turquía con Rusia, ante el rechazo que ha producido sus procederes contra los derechos humanos en su país.El Ejecutivo de la Unión Europea tiene la última palabra sobre la admisión de ese país, el nexo natural entre Europa y Oriente Medio. Y todo indica que no habrá cambios, al menos ahora, en el propósito inicial de vincular a Turquía en el tratado de integración. En ese sentido han apuntado los esfuerzos iniciados por Alemania y seguidos por los demás socios de la UE, como quedó reflejado en el acuerdo firmado con el gobierno turco en marzo de este año.Es el mismo acuerdo que impone condiciones como el respeto a la democracia, que Turquía pretende desconocer. Su argumento no es el reclamo a la UE por las dificultades que le significa mantener miles de refugiados, sino utilizarlos para conseguir que se silencien las voces que condenan sus procederes autocráticos.Lo que está sucediendo es el desconocimiento de esfuerzos que por décadas ha hecho Turquía para formar parte de la UE. Ahora, lo que se está presentando es además la expresión de un caudillo influenciado por sus creencias religiosas que pretende lograr el silencio mediante el chantaje. A Erdogan no parece importarle que sus actuaciones frustren el viejo sueño de los turcos de ser ciudadanos comunitarios y de modernizar su Nación. Para él, lo importante es erigirse como el mesías de la Turquía sometida a la religión, a la opresión y al nacionalismo extremo.Es probable que la temperatura baje en las próximas horas, si se impone el pragmatismo de los más cautos en la UE. La ecuación de ellos es: entre más cerca de Turquía, mayor influencia. Más lejos, mayores probabilidades de que los fundamentalismos de la región encuentren un nuevo aliado.Pero esas mismas cuentas políticas deberían mirar las cosas desde otro ángulo, y pensar en la necesidad de rechazar las tiranías, cualquiera sea su origen. La crisis la produjo Tayyip Erdogan, el hombre que ha construido un imperio de miedo, empeorado tras el fallido golpe de Estado de julio pasado. Por ese hecho, los detenidos sin garantías se cuentan por millares, la mordaza a la oposición y a la prensa es la regla y los despidos de funcionarios desafectos se multiplican. Por algo parecido, los fundadores de Mercosur rechazan de esa asociación a la dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela.

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