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La cumbre fría

Lo que sí sigue caliente es la frontera, en la cual los miembros del Eln y de las Farc encuentran un refugio para ocultarse de sus fechorías. Límite que es utilizado como retaguardia segura para los guerrilleros que atacan en Colombia y se ocultan en Venezuela y ahora pretenden establecer a sangre y fuego una zona de reserva campesina en el Catatumbo, al estilo de las que se plantearon en los diálogos de La Habana.

24 de julio de 2013 Por:

Lo que sí sigue caliente es la frontera, en la cual los miembros del Eln y de las Farc encuentran un refugio para ocultarse de sus fechorías. Límite que es utilizado como retaguardia segura para los guerrilleros que atacan en Colombia y se ocultan en Venezuela y ahora pretenden establecer a sangre y fuego una zona de reserva campesina en el Catatumbo, al estilo de las que se plantearon en los diálogos de La Habana.

Con un apretón de manos y una declaración conjunta llena de formalismos terminó la reunión de los presidentes de Colombia y Venezuela en Puerto Ayacucho. Y si bien salieron expresiones que informan sobre el “restablecimiento de las relaciones”, lo cierto es que el frío parece seguir siendo la tónica de lo que antes fuera llamarada de declaraciones de afecto y amistad.El encuentro se produjo en un batallón de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, ubicado en el estado Amazonas del vecino país y frente a nuestro departamento del Vichada. Tres horas duró la cita, a la cual asistieron los cancilleres de ambos gobiernos y donde se supone fueron tratados los asuntos que hace pocos días pusieron en vilo la concordia bilateral. Suposición que debe hacerse ante el silencio sepulcral de las declaraciones sobre temas como la conspiración colombiana para envenenar al presidente Maduro o la compra de aviones que estarían siendo equipados en Colombia para atacar a Venezuela.Mayor silencio hubo con respecto a la reacción del régimen bolivariano a la visita al presidente Juan Manuel Santos de Henrique Capriles, gobernador del estado Miranda y jefe de la oposición venezolana. Nada se supo en qué quedó la censura que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, y luego el presidente de la República bolivariana pretendieron imponerle al primer Mandatario de los colombianos. A pesar del interés expresado por Maduro sobre las relaciones comerciales, poco se conoció sobre la posibilidad de pagarle las deudas a los exportadores colombianos o sobre la posibilidad de agilizar el intercambio bilateral.Atrás quedaron entonces las épocas no muy lejanas en que se hablaba de comisiones conjuntas compuestas por los Ministros, que hacían presencia frecuente en los encuentros presidenciales. Y ya no se habla más de la amistad personal, palabras que han sido reemplazadas por el lenguaje insípido de la diplomacia, acompañado de fotos convencionales. Es decir, frío en medio de un paraje tropical donde la temperatura llegó a 40 grados centígrados. Tanto, que ya son varios los meses durante los cuales Colombia no tiene embajador en Venezuela y ni siquiera se nota.Lo que sí sigue caliente es la frontera, en la cual los miembros del Eln y de las Farc encuentran un refugio para ocultarse de sus fechorías. Límite que es utilizado como retaguardia segura para los guerrilleros que atacan en Colombia y se ocultan en Venezuela y ahora pretenden establecer a sangre y fuego una zona de reserva campesina en el Catatumbo, al estilo de las que se plantearon en los diálogos de La Habana.Pero eso no parece haberse discutido en el encuentro presidencial del pasado lunes. Como en las épocas del coronel Hugo Chávez Frías, se trató de disipar los estragos producidos por las rabietas que buscan imponer comportamientos a los presidentes de Colombia y por la paranoia que con frecuencia pretende involucrar a nuestro país en inexistentes conspiraciones homicidas. Por lo demás, el presidente Santos actuó con su acostumbrada prudencia, lo que asegura que la normalidad regresa, aunque sea en la forma y no en el fondo.

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