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La cruzada por la vida

9 de noviembre de 2013 Por:

El enemigo silencioso, así podría llamarse al mercurio, ese metal tan dañino para la salud de los seres humanos y de la naturaleza, que está presente en productos inimaginables y al cual el mundo ha decidido vetar. El protocolo internacional que ha sido firmado por la mayoría de países del orbe deberá traducirse en acciones para cumplir la meta de erradicarlo antes del año 2020.Hace pocas semanas, la ciudad fue alarmada por un comunicado de la Contraloría General en el que se informaba que el río Cali, del cual se surte de agua potable al 30% de la población, tenía niveles de mercurio mil veces superiores a los permitidos. Traducido en sencillas palabras, eso significaba que se estaba envenenando lentamente a 800.000 personas.Si bien los estudios y análisis a los que fue sometido el río demostraron que no había tal contaminación y que se había cometido una imprudencia con una información errada, sí salió a la luz pública el daño que les está causando a los ríos de la ciudad la minería sin control que destruye los cerros de Cali y Jamundí. El mercurio se utiliza para la extracción artesanal de oro y otros minerales, y sus desechos terminan en las fuentes de agua de forma imperceptible. En Colombia, según el Programa de la ONU para el Medio Ambiente, Pnuma, cada año se liberan en ríos, mares y lagos 185 toneladas de ese metal. Un ejemplo puede ilustrar la gravedad de la situación: una sola pila de relojería, que contiene mercurio, puede contaminar 600.000 litros de agua en cuestión de horas. No es difícil imaginar entonces lo que ocasiona ese metal utilizado en la explotación minera. O el daño que causa aún en dosis mínimas el que se usa en la elaboración de cosméticos, en los termómetros, en las cremas blanqueadoras y en las bombillas caseras. El sistema neurológico, el hígado, el proceso de crecimiento y el desarrollo cognitivo son los directos afectados, sin contar con los efectos en el medio ambiente.De ahí la trascendencia que tiene la Convención de Minamata, que recoge el acuerdo firmado por 140 naciones, incluida Colombia, y que ahora deberá ser ratificado al menos por 50 de ellas para que entre en vigencia en el 2016. Estados Unidos y varios países europeos, que tienen una legislación más firme sobre el uso de mercurio, han sido los primeros en avalar el tratado.Nombrado así en honor de la ciudad japonesa de Minamata en la que 1.785 personas murieron, 27.000 más sufrieron enfermedades y miles de niños nacieron con deformidades por causa del mercurio que las industrias botaban a las fuentes de agua en los años 50, el tratado pretende que para el 2018 se haya prohibido su uso en compuestos químicos y que para el 2020 haya sido erradicado de cualquier actividad industrial. Y conmina a los Estados para que tengan una legislación clara que castigue el uso y los desechos de mercurio.Colombia tiene un compromiso que deberá ratificar controlando el uso de ese ‘enemigo silencioso’, sobre todo en la industria minera que es donde más daño ocasiona al país. Al cumplir con la Convención honrará su palabra y protegerá la vida de los colombianos.

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